¡Viva la Pepa! (V)
ACTO III
Escena 1
El beneficiado José Ruiz Zensano, otros sacerdotes, el escribano secular Simón Jiménez Ruiz, fray Pablo de Vélez, las autoridades civiles, religiosas y militares, la gente
13 de septiembre de 1812. La Iglesia Mayor está repleta después de la procesión que ha traído desde San Agustín a la Virgen de la Paz en unión de las imágenes de las restantes cofradías. Entre el gentío militares, curas y algunos frailes. Rostros de satisfacción y júbilo entre los vecinos. Un intenso aroma a incienso lo envuelve todo. Se van apagando el repique de campanas y los instrumentos y voces de la capilla musical. En el presbiterio hay una mesa vestida de damasco sobre la que reposan en atriles el libro de la Constitución y los Santos Evangelios. A su lado, un crucifijo de orfebrería. Los miembros del Ayuntamiento, las autoridades militares y algunos miembros del clero ocupan los bancos de honor.
13 de septiembre de 1812. La Iglesia Mayor está repleta después de la procesión que ha traído desde San Agustín a la Virgen de la Paz en unión de las imágenes de las restantes cofradías. Entre el gentío militares, curas y algunos frailes. Rostros de satisfacción y júbilo entre los vecinos. Un intenso aroma a incienso lo envuelve todo. Se van apagando el repique de campanas y los instrumentos y voces de la capilla musical. En el presbiterio hay una mesa vestida de damasco sobre la que reposan en atriles el libro de la Constitución y los Santos Evangelios. A su lado, un crucifijo de orfebrería. Los miembros del Ayuntamiento, las autoridades militares y algunos miembros del clero ocupan los bancos de honor.
El beneficiado (con ornamentos verdes propios del tiempo ordinario, al pie del altar y hecha la debida reverencia): In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen. (Junta las manos delante del pecho). Introibo ad altare Dei.
Un sacerdote: Ad Deum, qui laetificat iuventutem meam…
El beneficiado: Iudica me, Deus, et discerne causam meam de gente non sancta…
El beneficiado se santigua. Luego se dirige de nuevo a sus ministros y éstos le responden. De nuevo se santigua, y luego se dirige al altar y lo besa. Suena el kyrie. Besa de nuevo el altar y se dirige a los presentes.
El beneficiado: Dominus vobiscum.
Los presentes: Et cum spiritu tuo.
Prosigue la misa. Bajada de la iluminación.
El beneficiado (en el centro del altar): …Et vitam venturi saeculi. Amen.
Simón Jiménez Ruiz (lee desde el púlpito): Don Fernando VII, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía Española Rey de las Españas y, en su ausencia y cautividad la Regencia de Reino nombrada por las Cortes Generales y Extraordinarias, a todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed: Que las mismas Cortes han decretado y sancionado la siguiente Constitución Política de la Monarquía Española. En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad. Título primero. De la nación española y de los españoles. Capítulo primero. De la nación española. Artículo primero. La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Artículo segundo. La nación española es libre e independiente, y no es, ni puede ser, patrimonio de ninguna familia ni persona…
Prosigue la lectura del texto. Bajada de la iluminación
Fray Pablo de Vélez (que ha subido al púlpito. Comienza con tono enfático): “Leeréis este libro que os enviamos para que lo deis a conocer en la casa del Señor en el día de fiesta y en los días oportunos”. (Pequeño silencio). Como el pueblo judío que penaba en Babilonia su exilio tras la destrucción de Jerusalén recibió de Baruc el libro en que se contenía la plegaria para redimir sus males y los preceptos de la sabiduría divina que habían de devolverle la esperanza, así recibimos nosotros del sabio congreso reunido en Cádiz esta Constitución, fruto de sus incansables esfuerzos y demostración de su deseo de felicidad para todos los habitantes de las Españas. Son sus palabras garantía ante los ataques de cualquier enemigo extranjero que amenace nuestro reposo y ariete contra el perverso tirano que aún abate muchos de sus pueblos y ciudades… (Prosigue con aspavientos de vez en cuando).
Baja la iluminación.
El beneficiado (que se ha acercado a la mesa y abre sus manos ante los ejemplares de los libros que allí se encuentran, se dirige a quienes ocupan los bancos de honor): Entonces, vosotros, en quienes hoy reside la autoridad civil y militar de esta ciudad en virtud de los decretos de las Cortes y la Regencia del Reino, y a quienes está encomendada la felicidad de este pueblo de Medina Sidonia, ¿juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar y hacer guardar la Constitución Política de la Monarquía Española sancionada por las Cortes generales y extraordinarias de la Nación y ser fieles al Rey?
Las autoridades (de pie) y el propio beneficiado: Sí, juramos.
El beneficiado (se dirige ahora al público): ¿Y vosotros, los aquí presentes, juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar y hacer guardar la Constitución Política de la Monarquía Española sancionada por las Cortes generales y extraordinarias de la Nación y ser fieles al Rey?
El gentío: Sí, juramos.
De nuevo silencio. El beneficiado se dirige al altar y comienza el rito del ofertorio y la consagración. Finalmente se comienza el canto del Te Deum. De fondo:
Te Deum laudamus:
te Dominum confitemur.
Te aeternum Patrem,
omnis terra veneratur.
Tibi omnes angeli,
tibi caeli et universae potestates:
tibi cherubim et seraphim,
incessabili voce proclamant…