Incluyo en esta entrada mi colaboración anual con la revista El Barrio, dirigida por Miguel Roa Guzmán en el I.E.S. San Juan de Dios de Medina Sidonia. Mi agradecimiento a él y a los posibles lectores de este artículo.
et diem / uicinum senio iam Deus adplicat. / Quid nos utile tanti spatio temporis egimus?
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lunes, octubre 13, 2014
lunes, diciembre 09, 2013
Historias de Medina Sidonia (XVI)
La leyenda de Baucio Caropo (IX)
Tum dictator silentio facto, “utinam” inquit “mihi patribusque Romanis…” (6, 15, 4);
Tum dictator silentio facto, “bene habet” inquit “Quirites…” (8, 35, 4);
o, por citar otro ejemplo, antes del discurso electoral de Quinto Fabio Máximo,
Q. Fabius silentio facto tali oratione est usus… (24, 7, 12).
que es vergonzoso no oponer a las situaciones adversas más recurso que las lágrimas,
Turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas.
Cf. opem ferre, CIC. de orat. 1, 32; CAES. ciu. 1, 79, 3; LIV. 3, 17, 5; 27, 20, 8 et passim.
Cf. correptis signis, TAC. his. 2, 18.
Llorar por las desgracias es un consuelo pasajero, “leue malorum… solamen”, como bien dice Octavia en la monodia inicial de la “praetextata” erróneamente atribuida a Séneca (OCTAVIA 65-71):
Me crudeli sorte parentes 65
Que la suerte cruel me ha arrebatado
Y que llore la muerte de mi hermano
En el que residía mi única esperanza,
Efímero consuelo de tantas desgracias.
Ahora sobrevivo para mis lamentos
Y soy sólo la sombra de un gran hombre.
(Traducción de Jesús Luque Moreno, Séneca, Tragedias II, Madrid, Editorial Gredos, 1980)
(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros XXI-XXV, Madrid, Editorial Gredos, 1993)
(Traducción de Alberto Medina González, Cicerón, Disputaciones Tusculanas, Editorial Gredos, Madrid, 2005)
Y es que, dice Tito Livio en el fragmento que narra la venganza de Virginio por la violación de su hija Virginia a manos del decénviro Apio Claudio, las mujeres son más débiles de espíritu.
(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros I-III, Madrid, Editorial Gredos, 1990)
(Traducción de José Luis Moralejo, Cornelio Tácito, Annales. Libros XI-XVI, Madrid, Editorial Gredos, 1980)
E incluso a la mujer, dice Séneca en su Consolación a su madre Helvia, le conviene dominar tales manifestaciones de dolor.
(Traducción de Francisco Navarro y Calvo, Consolación a Helvia por Lucio Anneo Séneca, Biblioteca Virtual Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/consolacion-a-helvia).
El discurso que Juan de Mariana pone en boca de Baucio Capeto es de profunda raigambre clásica, como puede demostrar un breve análisis de las fuentes en que bebe el jesuita. Los tópicos retóricos y las iuncturae empleadas tienen principalmente su base en palabras de Cicerón y de Tito Livio.
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Elocuencia, Cesare Ripa, Iconologia, París, 1643 |
Para que el héroe inicie su discurso es preciso el silencio de la concurrencia: “Silentio… facto, Princeps… inquit”. Este ablativo absoluto aparece repetidamente en Livio: antes del discurso en el foro del dictador Aulo Cornelio Coso, que censuró la conducta de Marco Manlio Capitolino, quien había prometido a la plebe saldar sus deudas y librarla de la usura de los patricios,
Tum dictator silentio facto, “utinam” inquit “mihi patribusque Romanis…” (6, 15, 4);
en las palabras previas al discurso del dictador Lucio Papirio ante el pueblo y los tribunos de la plebe cuando juzgó la temeraria acción contra los samnitas del joven jefe de la caballería Quinto Fabio,
Tum dictator silentio facto, “bene habet” inquit “Quirites…” (8, 35, 4);
o, por citar otro ejemplo, antes del discurso electoral de Quinto Fabio Máximo,
Q. Fabius silentio facto tali oratione est usus… (24, 7, 12).
Se trata de un silencio casi reverencial, cercano al preceptuado antes de la toma de augurios o de la realización de sacrificios.
El jefe de los turdetanos inicia su arenga diciendo que es propio de un espíritu blando y sin arrestos llorar por las desgracias ya que éste es un pasajero consuelo de los males que emplean las mujeres en sus lamentos,
Mollis … & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen;
---
De animo… couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias;
que es vergonzoso no oponer a las situaciones adversas más recurso que las lágrimas,
Turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas.
Cf. opem ferre, CIC. de orat. 1, 32; CAES. ciu. 1, 79, 3; LIV. 3, 17, 5; 27, 20, 8 et passim.
Más cuadra a los hombres vengar de inmediato las injurias recibidas armas en mano para mayor pesar de los enemigos:
Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia?
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Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas?
Cf. correptis signis, TAC. his. 2, 18.
Cicerón nos recordaba que en la guerra un espíritu fuerte y tenaz no debe doblegarse ante la adversidad aunque, ante todo, no debe perder el buen juicio y la razón para actuar con la máxima previsión, sólo circunstancias extremas, como la amenaza de la servidumbre o esclavitud, justificarían acudir al temerario enfrentamiento en el campo de batalla (off. 1, 80-81). Y esta última era la tesitura que se le planteaba a los turdetanos ante la amenaza fenicia:
Bellum autem ita suscipiatur, ut nihil aliud nisi pax quaesita videatur. Fortis vero animi et constantis est non perturbari in rebus asperis nec tumultuantem de gradu deici, ut dicitur, sed praesenti animo uti et consilio nec a ratione discedere. Quamquam hoc animi, illud etiam ingenii magni est, praecipere cogitatione futura et aliquanto ante constituere, quid accidere possit in utramque partem et quid agendum sit, cum quid evenerit, nec committere, ut aliquando dicendum sit "non putaram". Haec sunt opera magni animi et excelsi et prudentia consilioque fidentis; temere autem in acie versari et manu cum hoste confligere immane quiddam et beluarum simile est; sed cum tempus necessitasque postulat, decertandum manu est et mors servituti turpitudinique anteponenda.
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En cuanto a la guerra, empréndase de tal manera que sea evidente que no se busca nada más que la paz. En verdad es propio de un alma valerosa y tenaz no turbarse en las cosas difíciles ni dejarse desalojar de su posición, como suele decirse, por perder la serenidad, antes bien hay que conservar la presencia de espíritu y la capacidad de pensar, y no perder la razón. Esto concierne al alma; y esto es propio asimismo de una gran inteligencia, a saber: prever el futuro por medio de la reflexión y determinar, con suficiente antelación, qué puede ocurrir en uno y otro sentido, qué habrá que hacer cuando sobrevengan ciertas cosas, y no exponerse a tener que decir un día “no había pensado en ello”. Tales son las obras de un alma grande y elevada, que confía en su prudencia y en su buen juicio. En cuanto al lanzarse temerariamente a la batalla y combatir con las propias manos contra el enemigo, es un rasgo de ferocidad semejante al de las bestias salvajes. Sin embargo, cuando las circunstancias y la necesidad lo exigen, hay que combatir con las propias manos y preferir la muerte a la servidumbre y el envilecimiento.
(Traducción de Francisco Samaranch, Marco Tulio Cicerón, Los deberes, Universidad de Puerto Rico, 1972)
En De oratore (2, 347, 1) repetía el arpinate que es digno del mayor elogio haber mantenido la dignidad en las circunstancias adversas: "retinuisse in rebus asperis dignitatem".
De Cicerón toma también Mariana la expresión “deplorare calamitatem”, claramente inspirada en el pasaje de la undécima Filípica (11, 6) en el que se igualan las atrocidades cometidas por Dolabela con las injusticias de Marco Antonio:
Cum hoc hoste bellandum est, cuius taeterrima crudelitate omnis barbaria superata est! Quid loquar de caede civium Romanorum, de direptione fanorum? Quis est, qui pro rerum atrocitate deplorare tantas calamitates queat? Et nunc tota Asia vagatur, volitat ut rex, nos alio bello distineri putat.
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Este es el enemigo a combatir, el monstruo que sobrepuja en crueldad a cuanto pudo inventar la barbarie. ¿Qué decir de la matanza de ciudadanos romanos, del saqueo de los templos? ¿Quién es capaz de deplorar todas las calamidades producidas por hechos tan atroces? Y, sin embargo, Dolabela se está paseando por toda Asia con fausto regio, creyéndonos empeñados en otra guerra.
(Traducción de Juan Bautista Calvo, Marco Tulio Cicerón, Filípicas, Barcelona, Planeta, 1994)
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Muerte de Octavia, Anónimo holandés del siglo XVIII |
Llorar por las desgracias es un consuelo pasajero, “leue malorum… solamen”, como bien dice Octavia en la monodia inicial de la “praetextata” erróneamente atribuida a Séneca (OCTAVIA 65-71):
Me crudeli sorte parentes 65
Raptos prohibet lugere timor
Fratrisque necem deflere uetat,
In quo fuerat spes una mihi
Totque malorum breue solamen.
Totque malorum breue solamen.
Nunc in luctus seruata meos 70
Magni resto nominis umbra.
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A mí el temor me impide lamentar a unos padres
Que la suerte cruel me ha arrebatado
Y que llore la muerte de mi hermano
En el que residía mi única esperanza,
Efímero consuelo de tantas desgracias.
Ahora sobrevivo para mis lamentos
Y soy sólo la sombra de un gran hombre.
Por supuesto, el general debe reprimir los lamentos de sus hombres cuando se ven atemorizados por la superioridad del enemigo. Así lo hace Lucio Marcio cuando el ejército romano se desploma una vez sabido que el cartaginés Asdrúbal había cruzado el Ebro y se dirigía contra él. La rabiosa reacción de los soldados no se hace esperar.
Ceterum postquam Hasdrubalem Gisgonis uenientem ad reliquias belli delendas transisse Hiberum et adpropinquare adlatum est signumque pugnae propositum ab nouo duce milites uiderunt, recordati quos paulo ante imperatores habuissent quibusque et ducibus et copiis freti prodire in pugnam soliti essent, flere omnes repente et offensare capita et alii manus ad caelum tendere deos incusantes, alii strati humi suum quisque nominatim ducem implorare. neque sedari lamentatio poterat excitantibus centurionibus manipulares et ipso mulcente et increpante Marcio, quod in muliebres et inutiles se proiecissent fletus potius quam ad tutandos semet ipsos et rem publicam secum acuerent animos et ne inultos imperatores suos iacere sinerent… (LIV. 25, 37, 8-10)
---
Pero cuando llegaron noticias de que Asdrúbal el de Gisgón, que venía con intención de liquidar lo que quedaba de resistencia, había cruzado el Ebro y se estaba acercando, y los soldados vieron que el nuevo general daba la señal para la batalla, se acordaron de los generales que tenían poco antes y de cómo eran los jefes y los ejércitos en los que estaban acostumbrados a depositar su confianza cuando marchaban al combate, y de pronto todos se pusierona a llorar y a mesarse la cabeza, y unos tendían sus manos al cielo echando la culpa a los dioses, y otros, tendidos en tierra, invocaban cada uno el nombre de su general. No se conseguía acallar las lamentaciones a pesar de que los centuriones trataban de levantarles los ánimos a los hombres de sus manípulos y el propio Marcio les hablaba con suavidad o los increpaba porque se entregaban a llantos inútiles y propios de mujeres en vez de tensar sus ánimos para defenderse a sí mismos y al mismo tiempo a la república y no dejar que sus generales quedaran sin venganza.
Porque, en cualquier caso, llorar y lamentarse es una acción propia de mujeres, no de hombres: “muliebri… ploratu” (LIV. 2, 33, 8), “muliebres fletus” (LIV. 5, 40, 3), “si se lamentis muliebriter lacrimisque dedet” (“si se abandona a lamentos y lágrimas como hacen las mujeres”, CIC. Tusc. 2, 48)…
Adflictusne et iacens et lamentabili voce deplorans audieris: "O virum fortem!"? Te vero ita adfectum ne virum quidem quisquam dixerit. (CIC. Tusc. 2, 32)
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¿Cuando estás afligido, abatido y gimiendo con voz deplorable, vas oír: “¡Qué hombre fuerte!”? Si estás en un estado semejante, nadie dirá siquiera que eres un hombre.
Et, si verum quaerimus, in omnibus officiis persequendis animi est adhibenda contentio; ea est sola offici tamquam custodia. Sed hoc idem in dolore maxime est providendum, ne quid abiecte, ne quid timide, ne quid ignave, ne quid serviliter muliebriterve faciamus, in primisque refutetur ac reiiciatur Philocteteus ille clamor. Ingemescere non numquam viro concessum est, idque raro, eiulatus ne mulieri quidem. Et hic nimirum est "lessus", quem duodecim tabulae in funeribus adhiberi vetuerunt. Nec vero umquam ne ingemescit quidem vir fortis ac sapiens. (CIC. Tusc. 2, 55-56)
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Y si es la verdad lo que buscamos, la tensión del alma debe aplicarse al cumplimiento de todos los deberes; ella es, por así decirlo, la única custodia del deber. Pero en el caso del dolor debemos parar mientes particularmente en no hacer nada que sea abyecto, nada que sea cobarde, nada que sea indolente, nada que sea propio de un esclavo o de una mujer, y por encima de todo, rehusar y rechazar gritos como los de Filoctetes. Alguna vez, aunque raramente se le puede permitir a un hombre gemir, pero los gritos de dolor ni siquiera a una mujer. Éste es sin duda el grito de lamento cuyo uso prohibieron las Doce Tablas en los funerales. Pero un hombre fuerte y sabio nunca deja escapar un gemido…
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La muerte de Virginia, Charles Moreau (1796-1808), Colección particular |
Y es que, dice Tito Livio en el fragmento que narra la venganza de Virginio por la violación de su hija Virginia a manos del decénviro Apio Claudio, las mujeres son más débiles de espíritu.
Sequentes clamitant matronae, eamne liberorum procreandorum condicionem, ea pudicitiae praemia esse?— cetera, quae in tali re muliebris dolor, quo est maestior imbecillo animo, eo miserabilia magis querentibus subicit. (LIV. 3, 48, 8)
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Las matronas les siguen preguntando a gritos si a esto está destinada la procreación de los hijos, y todo lo que en circunstancias semejantes les sugiere el dolor a las mujeres, más agudo porque son más débiles de espíritu, y por eso mismo más conmovedor en sus lamentos.
Podemos leer la iunctura "muliebri eiulatu" en Tácito (ann. 16, 10, 4) referida a la manera en que Politta, hija de Lucio Vétere, se dirigía al emperador Nerón pidiendo clemencia para con su padre, que había sido su colega en el consulado y ahora estaba condenado a muerte.
Et quia aditu Neronis prohibebatur, egressus obsidens, audiret insontem neve consulatus sui quondam collegam dederet liberto, modo muliebri eiulatu, aliquando sexum egressa voce infensa clamitabat, donec princeps immobilem se precibus et invidiae iuxta ostendit.
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Y, como se le impedía el acceso a Nerón, acechando sus salidas le pedía a voces a quien era inocente y que no pusiera en manos de su libeto a quien fuera su colega en el consulado, unas veces con alaridos mujeriles, pero otras con voz amenazadora e impropia de su sexo, hasta que el príncipe se mostró inaccesible por igual a sus ruegos y a sus imprecaciones.
E incluso a la mujer, dice Séneca en su Consolación a su madre Helvia, le conviene dominar tales manifestaciones de dolor.
Lamentationes quidem et eiulatus et alia per quae fere muliebris dolor tumultuatur amoue; perdidisti enim tot mala, si nondum misera esse didicisti. Ecquid uideor non timide tecum egisse? nihil tibi subduxi ex malis tuis, sed omnia coaceruata ante te posui. Magno id animo feci; constitui enim uincere dolorem tuum, non circumscribere. (SEN. dial. 12, 3-4)
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Rechaza de ti los sollozos, lamentos y agitadas manifestaciones que de ordinario lleva consigo el dolor de la mujer; porque habrás perdido todo el provecho de tantos males si no has aprendido aún a ser desgraciada. ¿Ves acaso que te trato con timidez? Nada he suprimido de tus males; todos te los he presentado ante los ojos, haciéndolo con resolución, porque pretendo triunfar de tu dolor y no atenuarlo.
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jueves, noviembre 07, 2013
Historias de Medina Sidonia (XV)
La leyenda de Baucio Caropo (VIII)
La caracterización de Baucio Caropo como héroe épico se redondea en la versión de la leyenda que aparece en las Historiae de rebus Hispaniae Libri XXX (lib. I, cap. XVIII) del padre Juan de Mariana, publicada en Toledo en 1592 (Io. Marianae Hispani. e Socie. Iesv, Historiae…, Toleti, Typis Petri Roderici) y que él mismo tradujo en 1601 (Historia general de España. Compuesta primero en latin, después vuelta en castellano por…, doctor Theologo, de la Compañia de Jesus, Toledo, Pedro Rodriguez, 2 t.). Y es que, junto a su valor y destreza en la batalla, el héroe clásico añade como elemento complementario de su sabiduría la virtud de la elocuencia. Así, el anciano Fénix respondía a Aquiles, una vez que éste le invitaba a abandonar con él las costas de Troya, que no podría quedarse allí solo, sin su hijo querido, a quien había enseñado por orden de Peleo a “ser elocuente en los dichos y pronto en los hechos”.
μύθων τε ῥητῆρ᾽ ἔμεναι πρηκτῆρά τε ἔργων. (Il. 9, 443)
Los discursos en la Ilíada del propio Aquiles, de Néstor, Odiseo o Agamenón son buenos ejemplos del bien hablar del héroe, hasta tal punto que el retórico Quintiliano considera a Homero padre de la elocuencia, puesto que de todas sus partes dio ejemplo.
omnibus eloquentiae partibus exemplum et ortum dedit. (QVINT. inst. 10, 1, 46)
En la obra del padre Mariana Baucio Caropo es denominado Baucio Capeto, y lidera la reacción de los turdetanos contra los abusos de los fenicios, una vez que, partiendo de Cádiz, éstos se hicieron fuertes en el interior tras la construcción del templo-fortaleza de Hércules en Medina Sidonia. Los mandatarios de los pueblos indígenas se reúnen en una asamblea y, frente al miedo que aturde a la mayoría, se alza la voz del príncipe de los turdetanos en una arenga inspirada en los dicursos de la historiografía clásica: Tucídides, Salustio, Tito Livio…
Tantis iniurijs laesa prouincialium patientia, & nouae vrbis incrementa suspecta habentes finitimi, bello Gaditanos lacessere constituunt concilio gentis ad diem certam indicto. In eo conuentu Phoenicum iniurias conquesti sunt. Vt semel Asidoniae templum aedificare cepissent, iugum prouinciae ceruicibus impositum grauissimum. Homines esse auaritia insatiabili, crudelitate maxima, ex fraude & arrogantia compositos. in religionis simulatione inexpiabiles fraudes, immania scelera contegere. Non posse diutius eorum iniurias sustineri nisi quid auxilij in mutuo gentis consensu sit, vniuersis domo emigrandum. aliud domicilium, alias a Phoenicibus disiunctas sedes petendas. Quiduis perpeti fore satius quam tantas & tam frequentes iniurias contumeliasque tolerare. Haec verba multorum excussere gemitus, expressere lacrymas. Sed silentio tamen facto, Baucius Capetus Turdetanorum Princeps. “Mollis, inquit, & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen, turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas. Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia? Neque erit difficile paucos perduelliones de vniuersae prouinciae finibus exturbare: si qui numero, viribus, & causa potiores sumus, animorum concordiam adiungamus, mutuis iniurijs communi patriae condonatis caritati: ne quod hactenus euenit, conceptae animis simultates cursum verae laudis impediant. Violari numen nostris iniurijs vindicandis nemo sibi persuadeat: nam fauere sceleri non solet, & iniuria potius oppressis opitulari aequius est. Diuturnam hostium felicitatem metuere non debetis: sed illud potius cogitare consuesse deos, quorum scelera vlcisci volunt, ijs interdum res secundas & diuturnam impunitatem dare. Ituri in arma modo maiores vestros & posteros cogítate: ne obliti sanguinis vestri, nepotum contumelias & commoda neglexisse videamini”. Hac oratione cuncti, qui aderant, animis inflammati, vno consensu bellun contra Phoenices decernunt. Duces delecti, iisque imperatum quàm maximos delectus militum, & quàm occultissime habere: quò hostes imparati facilius opprimerentur. Totius belli summa Baucio demandatur: quem exactae prudentiae opinio, virtus bellica, multarum rerum vsus ad populum commendabat. Collecto per eum modum numeroso exercitu Phoenices inopinantes locis omnibus oppressi.
Lo que haze a nuestro proposito es, que con tan grandes injurias se acabò la paciencia a los naturales, que tenian por sospechoso el grande augmento de la nueua ciudad. Trataron desto entre si: determinaron de hazer guerra a los de Cadiz: tuuieron sobre ello y tomaron su acuerdo en vna junta que en dia señalado hizieron: en el qual se quexaron delas injurias de los Phenicios. Despues que les permitieran edificar el templo que se dixo estar en Medina Sidonia, auer echado grillos a la libertad, y puesto vn yugo grauisimo sobre las ceruices de la prouincia, como hombres que eran de auaricia insaciable, de grande crueldad y fiereza, compuestos de embustes y de arrogancia, gente impia y maldita, pues con capa de religion pretendian encubrir tan grandes engaños y maldades. Que no se podian sufrir mas sus agrauios. si en aquella junta no auia algun remedio y socorro, que serian todos forçados, dexadas sus casas, buscar otras moradas y assiento apartado de aquella gente: pues mas tolerable seria padecer qualquiera otra cosa, que tantas indignidades y afrentas como suffrian ellos, sus mugeres, hijos, y parientes. Estas y semejantes razones, en muchos fueron causa de gemidos y lagrimas. Mas sossegado el sentimiento, y hecho silencio, Baucio Capeto, principe que era de los Turdetanos. “De animo (dize) couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias, y fuera de las lagrimas no poner algun remedio a la desuentura y trabajos. [¿] Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas? No serà difficultoso echar de toda la prouincia vnos pocos de ladrones, si los que en numero, esfuerço, y causa les hazemos ventaja, juntamos con esto la concordia de los animos. Para lo qual hagamos presente y gracia de las quexas particulares que vnos contra otros tenemos a la patria comun, porque las enemistades particulares no sean occasion de impedirnos el camino de la verdera [sic] gloria. Demas desto no deueys pensar que en vengar nuestros agrauios se offende Dios y la religion, que es el velo de que ellos se cubren. Ca el cielo ni suele fauorecer a la maldad, y es mas justo persuadirse acudira a los que padecen injustamente: ni ay para que temer la felicidad y buena andança de que tanto tiempo gozan nuestros enemigos: antes deueys pensar que Dios acostumbra dar mayor felicidad, y sufrir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien pretende tomar mas entera vengança, y en quien quiere hazer mayor castigo, para que sientan mas la mudança, y miseria en que caen”. Encendieronse con este razonamiento los coraçones de los que presentes estauan, y de comun consentimiento se decreto la guerra contra los Phenicios. Nombraronse capitanes, a los quales fue mandado que hiziessen las mayores juntas de soldados, y lo mas secretamente que pudiessen, para que tomassen al enemigo desapercebido y la victoria fuesse mas facil. A Baucio encomendaron el principal cuydado de la guerra, por su mucha prudencia y edad a proposito para mandar, y por ser muy amado del pueblo. Con esta resolucion juntaron vn gruesso exercito.
Lo que haze a nuestro proposito es, que con tan grandes injurias se acabò la paciencia a los naturales, que tenian por sospechoso el grande augmento de la nueua ciudad. Trataron desto entre si: determinaron de hazer guerra a los de Cadiz: tuuieron sobre ello y tomaron su acuerdo en vna junta que en dia señalado hizieron: en el qual se quexaron delas injurias de los Phenicios. Despues que les permitieran edificar el templo que se dixo estar en Medina Sidonia, auer echado grillos a la libertad, y puesto vn yugo grauisimo sobre las ceruices de la prouincia, como hombres que eran de auaricia insaciable, de grande crueldad y fiereza, compuestos de embustes y de arrogancia, gente impia y maldita, pues con capa de religion pretendian encubrir tan grandes engaños y maldades. Que no se podian sufrir mas sus agrauios. si en aquella junta no auia algun remedio y socorro, que serian todos forçados, dexadas sus casas, buscar otras moradas y assiento apartado de aquella gente: pues mas tolerable seria padecer qualquiera otra cosa, que tantas indignidades y afrentas como suffrian ellos, sus mugeres, hijos, y parientes. Estas y semejantes razones, en muchos fueron causa de gemidos y lagrimas. Mas sossegado el sentimiento, y hecho silencio, Baucio Capeto, principe que era de los Turdetanos. “De animo (dize) couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias, y fuera de las lagrimas no poner algun remedio a la desuentura y trabajos. [¿] Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas? No serà difficultoso echar de toda la prouincia vnos pocos de ladrones, si los que en numero, esfuerço, y causa les hazemos ventaja, juntamos con esto la concordia de los animos. Para lo qual hagamos presente y gracia de las quexas particulares que vnos contra otros tenemos a la patria comun, porque las enemistades particulares no sean occasion de impedirnos el camino de la verdera [sic] gloria. Demas desto no deueys pensar que en vengar nuestros agrauios se offende Dios y la religion, que es el velo de que ellos se cubren. Ca el cielo ni suele fauorecer a la maldad, y es mas justo persuadirse acudira a los que padecen injustamente: ni ay para que temer la felicidad y buena andança de que tanto tiempo gozan nuestros enemigos: antes deueys pensar que Dios acostumbra dar mayor felicidad, y sufrir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien pretende tomar mas entera vengança, y en quien quiere hazer mayor castigo, para que sientan mas la mudança, y miseria en que caen”. Encendieronse con este razonamiento los coraçones de los que presentes estauan, y de comun consentimiento se decreto la guerra contra los Phenicios. Nombraronse capitanes, a los quales fue mandado que hiziessen las mayores juntas de soldados, y lo mas secretamente que pudiessen, para que tomassen al enemigo desapercebido y la victoria fuesse mas facil. A Baucio encomendaron el principal cuydado de la guerra, por su mucha prudencia y edad a proposito para mandar, y por ser muy amado del pueblo. Con esta resolucion juntaron vn gruesso exercito.
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domingo, octubre 27, 2013
Historias de Medina Sidonia (XIV)
La leyenda de Baucio Caropo (VII)
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Fortaleza y Templanza con seis héroes de la Antigüedad, Pietro Perugino (1497-1500), fresco, Collegio del Cambio (Perugia) |
Florián de Ocampo da forma a su personaje Baucio Caropo con un retrato que hunde sus raíces en los postulados de la preceptiva clásica. A la prosopografía o descripción física,
varon de cresçida estatura, dotado de grandes fuerças y esfuerço,
sigue la etopeya o descripción psicológica y moral,
pero no de no menos virtud y prudençia.
Baucio reúne las que ya Homero consideraba la suma de las cualidades guerreras, el equilibrio de fuerza y entendimiento, de la sabiduría del anciano y el ímpetu del joven:
Αἶαν ἐπεί τοι δῶκε θεὸς μέγεθός τε βίην τε καὶ πινυτήν (…)
¡Áyax! Puesto que los dioses te han dado corpulencia, valor y cordura… (Il. 7, 288-289)
Τυδεΐδη περὶ μὲν πολέμωι ἔνι καρτερός ἐσσι, καὶ βουλῆι μετὰ πάντας ὁμήλικας ἔπλευ ἄριστος.
¡Tidida! Luchas con valor en el combate y superas en el consejo a los de tu edad… (Il. 9, 53-54)
¡Tidida! Luchas con valor en el combate y superas en el consejo a los de tu edad… (Il. 9, 53-54)
Y tiene en común con el Eneas de Virgilio, aunque no su pietas, un alto sentido de la justicia:
… quo iustior alter / nec pietate fuit nec bello maior et armis. (Aen. 1, 544-545)
Ningún otro más justo que él, ni superior en piedad ni en el combate y las armas.
El tópico sapientia-fortitudo recorrerá la poesía épica posterior al mantuano, así, por ejemplo, Ulises en la Aquileida de Estacio (1, 472) es “consiliis armisque uigil”, y la de toda la Antigüedad tardía, hasta formularse teóricamente en la definición de epopeya que realiza Isidoro de Sevilla en sus Etimologías (1, 39, 9):
Heroicum enim carmen dictum, quod eo uirorum fortium res et facta narrantur. Nam heroes appellantur uiri quasi aerii et caelo digni propter sapientiam et fortitudinem.
Se llama canto heroico porque relata los hechos de los hombres valerosos; pues se da el nombre de héroes a los hombres que por su sabiduría y su valor se hacen merecedores del cielo.
Por otro lado, casi nada dicen las fuentes antiguas sobre el modo de impartirse justicia entre los turdetanos, así que cabe pensar que Florián de Ocampo deja volar su pluma con facilidad también en este particular. Resulta curioso el número de siete varones que acompañaba a Baucio Caropo en los supuestos tribunales de justicia ya que recuerda al de los sabios de Grecia, no obstante Baucio ostenta sobre ellos la primacía ya que es él quien los elige. Tales jueces saben de leyes pero también de geometría y filosofía, y aprendían los preceptos legales de memoria, lo que podría hacernos pensar en la inexistencia de un código jurídico escrito.
Juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los playtos (sic) y debates que suçedian/ con otros siete varones, semejantes a el en bondad y discreçion, à quien este Bauçio tenia señalados para conpañeros de su cargo, muy entendidos y sabios todos ellos en la geometria, leyes, y filosofia moral de los andaluzes turdetanos: las quales leyes fueron antiquissimas, segun escreuimos en el terçero capitulo del primer libro: y comunmente las aprendian de cabeça los varones nobles y principales de esta gente: para que, teniendo las en la memoria, supiessen gouernar à si, y à los otros vulgares de sus pueblos.
Realmente, el testimonio más completo de la Antigüedad sobre las costumbres de los turdetanos lo debemos a Estrabón (Geografía 3, 1, 6), quien nos habla de que eran considerados los iberos con mayor grado de desarrollo cultural, de que usaban la escritura y contaban con crónicas históricas y con “leyes versificadas”, probablemente para ayudar a su memorización.
καλοῦσι δ᾽ ἀπὸ μὲν τοῦ ποταμοῦ Βαιτικήν͵ ἀπὸ δὲ τῶν ἐνοικούντων Τουρδητανίαν· τοὺς δ᾽ ἐνοικοῦντας Τουρδητανούς τε καὶ Τουρδούλους προσαγορεύουσιν͵ οἱ μὲν τοὺς αὐτοὺς νομίζοντες οἱ δ᾽ ἑτέρους· ὧν ἐστι καὶ Πολύβιος συνοίκους φήσας τοῖς Τουρδητανοῖς πρὸς ἄρκτον τοὺς Τουρδούλους· νυνὶ δ᾽ ἐν αὐτοῖς οὐδεὶς φαίνεται διορισμός. σοφώτατοι δ᾽ ἐξετάζονται τῶν Ἰβήρων οὗτοι καὶ γραμματικῆι χρῶνται καὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι συγγράμματα καὶ ποιήματα καὶ νόμους ἐμμέτρους ἑξακισχιλίων ἐπῶν͵ ὥς φασι·
La (a la región) llaman Bética por el río y Turdetania por sus habitantes. Y a los que allí viven, turdetanos y túrdulos, a quienes unos consideran los mismos, y otros, diferentes; entre ellos Polibio, que dice que los túrdulos son vecinos de los turdetanos por el norte. Pero ahora parece que no hay frontera entre ambos. Éstos son consideradoslos más sabios de los iberos; y emplean la escritura y tienen escritos sobre sus antiguos recuerdos, y poemas y leyes en verso de seis mil años, según dicen.
Hoy sabemos también gracias a los bronces encontrados en Contrebia Belaisca que esta comunidad celtíbera, existente al menos desde el siglo II a. C., contaba con un senado o asamblea legislativa en el que se elaboraban leyes.
Ni que decir tiene que Pedro de Medina copió punto por punto las palabras de Ocampo sin la menor prevención crítica:Juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los playtos (sic) y debates que suçedian/ con otros siete varones, semejantes a el en bondad y discreçion, à quien este Bauçio tenia señalados para conpañeros de su cargo, muy entendidos y sabios todos ellos en la geometria, leyes, y filosofia moral de los andaluzes turdetanos: las quales leyes fueron antiquissimas, segun escreuimos en el terçero capitulo del primer libro: y comunmente las aprendian de cabeça los varones nobles y principales de esta gente: para que, teniendo las en la memoria, supiessen gouernar à si, y à los otros vulgares de sus pueblos.
Realmente, el testimonio más completo de la Antigüedad sobre las costumbres de los turdetanos lo debemos a Estrabón (Geografía 3, 1, 6), quien nos habla de que eran considerados los iberos con mayor grado de desarrollo cultural, de que usaban la escritura y contaban con crónicas históricas y con “leyes versificadas”, probablemente para ayudar a su memorización.
καλοῦσι δ᾽ ἀπὸ μὲν τοῦ ποταμοῦ Βαιτικήν͵ ἀπὸ δὲ τῶν ἐνοικούντων Τουρδητανίαν· τοὺς δ᾽ ἐνοικοῦντας Τουρδητανούς τε καὶ Τουρδούλους προσαγορεύουσιν͵ οἱ μὲν τοὺς αὐτοὺς νομίζοντες οἱ δ᾽ ἑτέρους· ὧν ἐστι καὶ Πολύβιος συνοίκους φήσας τοῖς Τουρδητανοῖς πρὸς ἄρκτον τοὺς Τουρδούλους· νυνὶ δ᾽ ἐν αὐτοῖς οὐδεὶς φαίνεται διορισμός. σοφώτατοι δ᾽ ἐξετάζονται τῶν Ἰβήρων οὗτοι καὶ γραμματικῆι χρῶνται καὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι συγγράμματα καὶ ποιήματα καὶ νόμους ἐμμέτρους ἑξακισχιλίων ἐπῶν͵ ὥς φασι·
La (a la región) llaman Bética por el río y Turdetania por sus habitantes. Y a los que allí viven, turdetanos y túrdulos, a quienes unos consideran los mismos, y otros, diferentes; entre ellos Polibio, que dice que los túrdulos son vecinos de los turdetanos por el norte. Pero ahora parece que no hay frontera entre ambos. Éstos son consideradoslos más sabios de los iberos; y emplean la escritura y tienen escritos sobre sus antiguos recuerdos, y poemas y leyes en verso de seis mil años, según dicen.
Hoy sabemos también gracias a los bronces encontrados en Contrebia Belaisca que esta comunidad celtíbera, existente al menos desde el siglo II a. C., contaba con un senado o asamblea legislativa en el que se elaboraban leyes.
Varon de crecida estatura: dotado de grandes fuerças y esfuerço: pero no menos virtud y prudencia: tanto que ya de muchos años antes juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los pleytos y debates que les sucedian con otros siete varones semejantes a el en bondad y discrecion, a quien este Baucio tenia señalados para compañeros de su cargo muy entendidos y sabios, en geometria, leyes y philosophia natural: las quales leyes fueron antiquissimas. Estas leyes aprendian de cabeça los varones nobles y principales desta gente: para que teniendo las en la memoria supiessen gouernar a si, y a los otros...
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martes, octubre 01, 2013
Historias de Medina Sidonia (XIII)
Siguiendo con su “adaptación”, Pedro de Medina convierte en natural de Sidón al héroe de la revuelta turdetana contra los cartagineses, Baucio Caropo, de quien Florián de Ocampo había dicho que era natural de Turdeto.
OCAMPO.- Entre las quales personas dizen auer sido principal capitan y caudillo sobre todos vno llamado Bauçio caropo, o segun lo nonbra don Sebastian eleto de Salamanca enel prologo de sus historias, Boçio capeto/ natural y morador en aquel pueblo de Turdeto (…)
MEDINA.- Entre los quales se escriue auer sido principal capitan y caudillo sobre todos vn varon llamado Baucio Caropo, segun lo nombra don Sebastian electo de Salamanca en el prologo de sus historias, Bocio Capeto natural de aquesta ciudad de Sidon.
Según Ocampo este caudillo había sido llamado “Bocio Capeto” por don Sebastián, electo que se decía de Salamanca, de quien en el prólogo a su obra refiere que había relatado la historia de España desde la época de Don Pelayo hasta la de Alfonso II el Casto. Los seguidores de Ocampo fueron repitiendo estas mismas palabras sin atender a su comprobación. Sin embargo, cuando se habla de la gesta de "Baucio Capeto" en la Historia general de España, escrita, enmendada y añadida por el P. Juan de Mariana, con notas y observaciones críticas, continuada hasta el año de 1851, t. I, p. 20 (Madrid, Oficinas y Establecimiento Tipográfico del Semanario Pintoresco Español y de La Ilustración, 1852) leemos en nota a pie de página:
Ciudad de Turdeto. Las juntas de los Españoles en Turdeto (ciudad no mencionada por ningún geógrafo), elección de Baucio Capeto en general de los Turdetanos, y finalmente toda esta guerra que con tan hermosos colores describe nuestro autor, es una novela forjada por Ocampo y otros, que dio motivo al Dr. Alderete para decir que estimara en mucho nos dieran los autores de donde se ha sacado. Acaso Ferreras señaló a Silio Itálico, pero no se halla tal cosa en los XVII libros de la Guerra Púnica. Ocampo, lib. II, cap. XXXII, dice que “D. Sebastian electo de Salamanca nombra al capitán Bocio Capeto en el prólogo de sus Historias”. Pero, si este D. Sebastián es el prelado a quien se atribuye el Cronicón de D. Alfonso Magno, no hallamos tal especie en las ediciones que hasta ahora han visto la luz pública; y así, o se engañó Ocampo, o disfrutó algún códice más completo, o es obra diferente.
No conocemos el texto en que el humanista Diego Gracián de Alderete (1510-1600) se refiere a este pasaje de la Crónica de Ocampo. Es seguro que nada se dice de la historia de Baucio Caropo o Bocio Capeto en las Punica de Silio Itálico, como había supuesto el historiador Juan de Ferreras y García (1652-1735). Y efectivamente, nada sobre Bocio Capeto puede leerse en las actuales ediciones de la Cronica Ad Sebastianum, escrita en el siglo IX y atribuida a Sebastián, obispo de Salmanca y sobrino del rey Alfonso III, ni en la Crónica Rotense ni en la Crónica Albeldense, las más antiguas crónicas de los reyes de Asturias. Todo ello nos hace suponer, como al autor de la nota de la obra de Juan de Mariana, que la historia de Baucio Caropo no es más que un invento de Florián de Ocampo; y que Pedro de Medina no hace sino dar pábulo a esta leyenda mistificándola a su antojo.
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martes, septiembre 24, 2013
Historias de Medina Sidonia (XII)
La leyenda de Baucio Caropo (V)
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Guerrero armado con falcata y escudo oval, relieve de Osuna (entre 300 y 100 a. C.), Museo Arqueológico Nacional (Madrid) |
Florián de Ocampo inicia el capítulo XXIX de libro segundo de su crónica refiriendo las primeras incursiones tierra adentro que llevaron a cabo los cartagineses desde Cádiz y la resistencia a las mismas capitaneada por la ciudad de Turdeto. Pedro de Medina prácticamente calca estas palabras aunque introduce una notable diferencia con su fuente: el protagonismo en la revuelta corresponde no a la ciudad de Turdeto sino a Sidón (Medina Sidonia).
OCAMPO.- Passada la flota cartaginesa desde Cáliz enlo firme del Andaluzia: hechos algunos saltos y robos, primero porlas marinas, y despues algo mas dentro porla comarca segun/ ya contamos (…)(1)
MEDINA.- Desta ciudad dizen las coronicas, que viniendo a Cadiz cierta flota de Cartagineses, y auiendo hecho algunos saltos y robos en los Andaluzes Turdetanos. Primero por la costa de la mar: y despues algo mas adentro por la comarca de la tierra (…)
OCAMPO.- Començaron muchos lugares à se reçelar, y basteçer, y pertrechar contra sus dañadores: particularmente los vezinos dela çiudad de Turdeto, de quen ya tenemos escrito: los quales, con mucho mas poder y mas diligençia que ninguno de los otros pueblos, se pusieron à punto no solo para resistir les, sino tanbien para los ofender si dañassen alguna cosa de su çiudad/ acaudillaron otrosi la gente comarcana, señalando por capitanes y quadrilleros entre si personas que tuuiessen cargo del negoçio (…)
MEDINA.- Començaron algunos pueblos a se bastecer contra sus dañadores. Particularmente los vezinos de la ciudad de Sidon: los quales con mucho mas poder y mayor diligencia que ninguno de los otros pueblo se pusieron a punto, no solo para resistir los enemigos sino tambien para los ofender y acaudillaron las gentes comarcanas: señalando por capitanes y quadrilleros personas que tuviessen cargo del negocio (…)
Sobre Turdeto decía Ocampo en el capítulo XXIV del mismo libro segundo que se encontraba entre Jerez y Arcos, por lo que en modo alguno puede identificarse con Medina Sidonia:
(…) la villa nonbrada Turdéto que, por estos dias, era cabeça de todo lo mejor delas gentes andaluzas: y, al dicho de sus naturales della, fue la primera y mas antigua de quantas en aquella tierra se poblaron. Esta, segun las señas que de su sitio pone Juliano luca diacono/ solia ser, todos los dias que por alli durò, enel medio camino que yua entre dos villas nonbradas en su tiempo Cesáriano y Arcobriga/ que son agora, ciertamente, Xeréz dela frontera y Arcos, mucho conosçidas y sabidas en el Andaluzia, desuiadas çinco leguas la vna dela otra. puesto que, como el mesmo Juliano confiessa, la poblacion Cesariána no era fundada quando los feniçes de Tyro y Sidon quisieron sojuzgar à Turdéto, pero çertifica que Turdéto y Arcobriga cayan muy cercanas al magnifico tenplo y àla gran çiudad que los feniçes y sus allegados los de Cáliz alli posseyan: desde la qual obrauan todas aquellas demasias y desafueros.
Y en el capítulo siguiente identifica Medina Sidonia con la Sidón donde los fenicios habían construido su gran templo en el interior de la provincia, por lo que en modo alguno podía ser al mismo tiempo la capitana de la revuelta contra los cartagineses.
(…) porque, verdaderamente, lo prinçipal de su (de los fenicios) defensa fue la grandeza de su çiudad y del tenplo que tenian dentro dela prouinçia, tan basteçida con gentes: y tan guardados y proueydos, que por esta sola causa fueron sienpre reçelados delos españoles comarcanos/ y quienquiera bastaua para conosçer, que ni los vnos ni los otros quedárian jamas en reposo, conseruando los feniçes aquellas dos fuerças en tanta magnifiçençia. por lo qual, se determinaron los andaluzaes ò morir ò destruyr los. y pusieron enello tal vehemençia, con tata perseuerançia de les conbatir y de tener los çercados, que paresçiendo inpossible fatigar vna cosa tan fuerte y tan reparada, no siendo por aquellos dias, ellos ni las otras gentes Españolas, diestros en poner çercos ni reales, ni en otros primores de guerra que fuera menester en tal caso/ finalmente la ciudad fue ganada por fuerça de peleas: y todos quantos enella hallaron puestos à cuchillo, donde murio mucha parte dela gente de Cáliz, y de los griegos que los dias antes sele juntaron. Los edificios y muros dela çiudad y su tenplo fueron derrocados por los çimientos, que casi no dexaron señal dellos/ por tal arte y manera, que nunca despues aquel pueblo se pudo restituyr en aquella grandeza que primero tuuo: ni biuieron moradores enel hasta que, como dize Hali alcatin enel preanbulo del tratado que conpuso delos reloges del sol, muchos siglos despues vinieron en España los alarabes y moros africanos: y segun alli cuenta, restauraron y poblaron de nueuo la çiudad que los de Cáliz y los feniçes antiguos de Tyro y Sidon sus confederados huuieron otro tiempo çimentado sobre la tierra firme de España: la qual dize que sus moros tornaron à llamar por el apellido viejo que los mesmos feniçes le tenian puesto quando su prosperidad. Dize mas, que dado que Tyro enla sazon que la sobredicha çiudad española se fundò, floresçiesse mucho sobre los pueblos orientales: y con justa razon esta çiudad se pudiera llamar del mesmo nombre que Tyro, quisieron mas los feniçes dar le la nonbradia de Sidon, por memoria de Sidon ciudad antigua de Suria, donde proçedieron y fueron naturales los mas de los feniçes que fundaron à Tyro quando se juntaron conlos eritreos que vinieron del mar bermejo, conforme à lo que ya declaramos enlos treinta y vn capitulos del primer libro. Segun estas señas, perteneçientes al tal apellido, junto conlas otras que Juliano diacono puso de su lugar y fundaçion enel fin del capitulo passado, notoriamente paresçe ser aquel pueblo tan famoso delos feniçes enla mesma parte que hallamos agora la villa de Medina sidonia, mucho conosçida y notable entre las honrradas del Andaluzia, çerca delas comarcas de Cáliz, apartada dela marina por lo menos lexos quatro leguas: y çinco dela villa de Arcos, que le cae contra setentrion metida mas enla tierra: y otras çinco de Xeréz llamado dela frontera que tanbien le viene por oçidente, con mas tres leguas pequeñas à leuante donde viene Alcala delos gazules/ que son todos lugares prinçipales de la prouinçia. Mucho quisiera yo que los autores aquien en esta parte sigo declararan alo largo la manera que los andaluzes tuuieron en este trançe, y los conbates que dieron àla ciudad y su tenplo, y las yndustrias que buscaron para los entrar, y los hechos particulares que todos aquellos tienpos acaesçerian: pero no puedo decir mas delo que me dizen, ni poner sino lo que hallo puesto. y aun sabe dios como y quan a pedaços recoligido: porque ya que algunos historiadores nuestros hablan algo eneste caso, van tan cortos en ello, que lo paresçen rehusar, ò que no saben contar lo, no lo meresçiendo cierto la hazaña segun fue notable y señalada. mas es nos forçado pasar en ello conesta falta, para que la cronica vaya de qualquier manera seguida, y proçeda sienpre adelante por la orden de sus tienpos.
Dejemos ahora de lado que las fuentes de Florián de Ocampo, Juliano Luca y Alí Alcatín, no sean más que puros inventos; y que en la inexistente obra de este último Medina Sidonia fuese “refundada” por los árabes, y se olvidase la historia romana de Asido; o que Ocampo llame a Medina Sidonia “villa”, cuando en su tiempo ya era “ciudad”. Lo que nos interesa comentar es que su crónica dejaba claro que Medina Sidonia y Turdeto eran lugares distintos, y que si Pedro de Medina las identificó o bien concedió a Medina Sidonia lugar preeminente en la revuelta contra los cartagineses lo hizo llevado por el amor patrio o bien quiso ennoblecer desde sus comienzos la historia de la ciudad, cabecera de los estados de sus protectores los duques de Medina Sidonia.
(1) Ocampo había tratado sobre la llegada de los cartagineses a Cádiz en el capítulo XXVIII, donde cuenta cómo los fenicios y habitantes de Cádiz, viéndose vencidos por los españoles, enviaron mensajeros a Cartago pidiéndole socorros ya que su metrópoli, la ciudad de Tiro, había sucumbido ante una revuelta de esclavos.
(1) Ocampo había tratado sobre la llegada de los cartagineses a Cádiz en el capítulo XXVIII, donde cuenta cómo los fenicios y habitantes de Cádiz, viéndose vencidos por los españoles, enviaron mensajeros a Cartago pidiéndole socorros ya que su metrópoli, la ciudad de Tiro, había sucumbido ante una revuelta de esclavos.
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domingo, septiembre 08, 2013
Historias de Medina Sidonia (X)
Portada de la primera edición de la Crónica de Florián de Ocampo |
La leyenda de Baucio Caropo (IV)
Quedó dicho que el Libro de grandezas y cosas memorables de España de Pedro de Medina, fuente de la que bebió el Vicario Martínez en todo lo concerniente a la gesta de Baucio Caropo, fue publicado en Sevilla por Dominico de Robertis en 1548. Cinco años antes aparecían en Zamora, en la imprenta de Juan Picardo, los cuatro primeros libros de la Crónica general de España redactada por el cronista real Florián de Ocampo (Los cuatro libros primeros de la Cronica general de España que recopila el maestro Florian do canpo criado y cronista del Emperador Rey nuestro señor por mandado de su magestad çesarea), obra que comprendía los hechos acontecidos desde la creación del mundo hasta la muerte de los Escipiones y cuyo propósito principal era demostrar la antigüedad de la monarquía española. Ante la escasez de fuentes históricas, Ocampo acudió en multitud de ocasiones a los relatos legendarios y a la ficción, no dudando, por ejemplo, inventar autores que jamás existieron (como Julián Lucas); asumió como verdaderos sin mayor comprobación muchos datos ofrecidos por cronistas anteriores, ya españoles ya italianos (como Annio de Viterbo); recurrió para justificar algunos de sus argumentos a inscripciones consideradas falsas ya por los humanistas españoles…
Pues bien, en el capítulo XXIX del libro segundo, intitulado “De çierto recuentro que los capitanes cartagineses rezien venidos en España passaron en llegando con algunos andaluzes contrarios: y dela guerra que se començò de los vnos àlos otros en aquella tierra”, leemos lo que sigue:
Passada la flota cartaginesa desde Cáliz enlo firme del Andaluzia: hechos algunos saltos y robos, primero porlas marinas, y despues algo mas dentro porla comarca segun/ ya contamos. començaron muchos lugares à se reçelar, y basteçer, y pertrechar contra sus dañadores: particularmente los vezinos dela çiudad de Turdeto, de quen ya tenemos escrito: los quales, con mucho mas poder y mas diligençia que ninguno de los otros pueblos, se pusieron à punto no solo para resistir les, sino tanbien para los ofender si dañassen alguna cosa de su çiudad/ acaudillaron otrosi la gente comarcana, señalando por capitanes y quadrilleros entre si personas que tuuiessen cargo del negoçio: entre las quales personas dizen auer sido principal capitan y caudillo sobre todos vno llamado Bauçio caropo, o segun lo nonbra don Sebastian eleto de Salamanca enel prologo de sus historias, Boçio capeto/ natural y morador en aquel pueblo de Turdeto/ varon de cresçida estatura, dotado de grandes fuerças y esfuerço, pero no de no menos virtud y prudençia / tanto, que ya desde muchos años antes, juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los playtos (sic) y debates que suçedian/ con otros siete varones, semejantes a el en bondad y discreçion, à quien este Bauçio tenia señalados para conpañeros de su cargo, muy entendidos y sabios todos ellos en la geometria, leyes, y filosofia moral de los andaluzes turdetanos: las quales leyes fueron antiquissimas, segun escreuimos en el terçero capitulo del primer libro: y comunmente las aprendian de cabeça los varones nobles y principales de esta gente: para que, teniendo las en la memoria, supiessen gouernar à si, y à los otros vulgares de sus pueblos. Siendo pues tal este Bauçio caropo, sabido que los cartagineses y todos los de Cáliz eran ya passados en el Andaluzia/ donde repartidos por la tierra, luego de la primera llegada quemaron çiertas caserias, y tomauan ganados, y prendian y matauan honbres de su naçion quantos hallaron à la mano. pesquiso házia que parte discurrían çiertas vanderas africanas que hazian lo mas deste daño: las quales tuuo noticia muy çierta que corrian el campo mas delanteras que las otras: y se recogian en vna palizada que por alli tenian çercada de fosas y bien fortalesçida, con vn capitan cartagines mucho diligente y astuto llamado Mezerbal, ò segun otros escriuen Mahárbal, que procuraua de sostener aquella pendençia mas que nadie. Luego como de todo fue çertificado Bauçio capeto, salio de su pueblo y venida la noche, con el numero de gente que le paresçio neçessario: y llegados alas estançias de los cartagineses acometieron por todas partes tan animosamente, que saltadas las fossas entraron lo fuerte de la palizada, donde se començo la matança mucho cruel y sangrienta/ con tanta presteza que casi nadie pudo librarse de prision ò de muerte, sino fueron Mezerbal el capitan: y muy pocos otros que viendose perdidos tomaron cauallos, y desanparada la gente que moria, se pusieron en saluo heridos y maltratados primero que dela palizada saliessen. Conesto, los turdetanos y su capitan, tornaron à la ciudad: y los despojos que por alli ganaron, aunque fueron pocos y no muy presçiosos, los colgaron enel tenplo de sus ydolos, con algunas manos diestras que cortaron à los muertos prinçipales, y las pusieron entre las otras preseas/ segun que lo tenian de costumbre por memoria de sus vitorias. Aquello feneçido, porque la gente gustasse mas dela prosperidad, y los enemigos cobrassen doblado pauor/ el dia siguiente Bauçio caropo vino por las riberas abaxo del ryo que dezimos agora Guadalete caminando contra la mar/ de quien hablaremos mas adelante mas en particular, segun pensamos, en los veynte y nueue capitulos siguientes: y como supiesse que tanbien alli tenian los cartagineses çiertos bateles con mantenimientos de pan y viandas, acometiolos de supito con mucha feroçidad, y tomados à prision algunos que se defendian, les puso fuego quemando los todos con quanto dentro tenian. Esto dio gran temor àlos contrarios para no se desmandar como pensauan: y para biuir mas auisados que primero. pero mucho mas los espanto cierto salto que poco despues el mismo Bauçio quisiera dar enotro repáro çerca deste: puesto que no vino en efeto como lo passado, porque los cartagineses que lo defendian, quando supieron que Bauçio venia, desanpararon el sitio: dexando todas sus armas y prouisiones, sin esperar à coger nada dellas, como cosa que les yua menos que en saluar las vidas: o tanbie porque detenidos los enemigos enel robo, tuuiessen los cartagineses mas lugar en la huyda/ como de hecho suçediò, quando los turdetanos y su capitan llegaron: que, recogido quanto por alli pudieron auer, se boluieron à su pueblo, cargados de muchas preseas: y lo pusieron enla parte que primero pusieron el robo delos otros recuentros que conellos auian passado.
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Folio 109 de la primera edición de la Crónica de Ocampo |
Y en el capítulo XXX, “Como los cartagineses mudaron el estilo dela guerra, poniendo treguas con algunos andaluzes: y con otros prosiguieron la pendençia tibiamente, fauoreçiendo siempre la parte delos de Cáliz”:
Hizieron se tan à tiempo los desbarates sobredichos, y con tal esfuerço y denuedo, que visto por los cartagineses el daño que resçebian: y que los turdetanos andauan ayrados, y se parauan àla guerra de proposito, con capitanes señalados, no lo soliendo hazer, segun otros dezian, sino quando tenian cosas muy determinadas. paresçioles que para poder quedar en aquella region y comarcas, efetuando la demanda secreta que pretendian, conuenia segurar los por entonçes, y no permitir que de gente tan poderosa por aquellas partes tuuiessen contradiçion. A este fin, les enbiaron luego mensajeros diziendo/ que çiertos, capitanes suyos no sabiendo las diuisiones ò repartimientos dela tierra, se sometieran por aquella region de Turdetania haziendo males y daños en ella: de lo qual a todos los otros cartagineses auia desplazido, porque su principal intençion era paçificar las turuaçiones passadas conel menos rigor y castigo que fuesse posible: generalmente por todas las gentes que huuieron offendido àlos de Cáliz y à sus tenplos y dioses y cosas santas: y mucho sin menos daño que de nadie conla naçion de los turdetanos à quien tenian espeçial mandamiento dela señoria cartaginesa, que los resçibiessen en su confederaçion, y les hiziessen todas las buenas obras y buena vezindad que pudiessen: assi por lo meresçer ellos, como por tener ya notiçia que de todo lo hecho contra Cáliz fueron poco culpados: y que para seguridad delo dicho mandarian à lahora que las conpañias cartaginesas quantas por allí se desmandauan saliessen de su prouinçia sin hazer le mas daño/ por tanto que los turdetanos reposassen, y dexassen las armas, no queriendo tomar reçelo de quien no tan solo no los auia de injuriar, sino vedar y contradezir à qualquier otra gente que les ofendiesse. Paresçio les muy bien à los turdetanos andaluzes la petiçion delos cartagineses, segun aquellos dias eran ynoçentes y bien acostunbrados, y quanto àla replica della respondieron que holgauan en oyr sus buenas razones y comedimientos, aunque las obras primeras fueron mucho contrarias delo que publicauan al presente: mas que salidos ellos dela prouinçia, como prometian, lo tendrian todo por çierto. quanto à lo siguiente, harian como les hiziessen/ pues dado que los vezinos de Turdeto con toda la naçion turdetana fuessen conosçidamente desseosos de paz/ siendo la guerra neçessaria, holgauan tanto conella como con el reposo: porque lo tal amonestauan y mandauan sus leyes antiguas, à quien ellos tenian por reglas y preçeptos de su biuir, y que lo demas guiassen los dioses como les plugiesse, fauoresçiendo las partes justas: y confundiendo los tyranos donde quiera que saliessen. Esta respuesta, segun fue bien atentada, podemos pensar, que la darian por consejo del andaluz Bauçio caropo su capitan: del qual no hallamos otra memoria fuera delo que diximos enel capitulo preçedente, mas de ser muerto passados pocos dias: y que sus parientes lo sepultaron magnificamente, poniendole por el contorno del monumento tantas piedras enhiestas quantos aduersarios le vieron matar enlas guerras y quistiones en que se hallò quanto fue biuo, porque tal costumbre tenian en sus mortuorios casi todas las gentes españolas desu tiempo, y aun lasde muchos otros siglos mas adelante. Desde entonçes los cartagineses dexaron aquella prouinçia delos turdetanos…
La simple lectura de estos textos deja bien a las claras cuál fue la fuente de Pedro de Medina, pero hablaremos de ello más por extenso en una nueva entrada.
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domingo, agosto 25, 2013
Historias de Medina Sidonia (IX)
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Fragmento de página de la edición de 1566 del Libro de grandezas y cosas memorables de España de Pedro de Medina. Obsérvese la tipografía bien diferenciada para la B y la M mayúsculas. |
La comparación de los textos del Vicario Martínez y de Pedro de Medina, que hemos ofrecido en las anteriores entradas relativas al asunto, nos permite determinar que el primero utilizó como única fuente el relato del segundo, que se limitó a extractar, no sin cometer alguna incorrección, pues, amén de la lectura “Barucio” por “Baucio”, en la edición de 1875 de la Historia de la ciudad de Medina Sidonia leemos que el nombre del jefe cartaginés con quien se enfrentó Baucio Caropo fue Bezerbal, cuando en el Libro de grandezas y cosas memorables de España se lee claramente: “vn capitan cartagines muy diligente y astuto llamado Mezerbal, o segun otros escriuen Maharbal”. La equivocación estuvo causada por una mala lectura de las letras mayúsculas. Por lo demás:
1. El Vicario Martínez
se limita a hacer alusión a los dos nombres con que se conoció al héroe
turdetano (“Barucio Caropo o, como le nombran otros, Bocio Capeto”),
mientras que el cronista Medina había precisado que el nombre “Bocio Capeto”
podía leerse en el prólogo de las historias de “don Sebastian, electo de Salamanca”. Más adelante hablaremos sobre este particular.
2. Siguiendo a Pedro de Medina, nuestro Vicario
dice que Baucio “fue natural de esta ciudad (o sea, Medina Sidonia)”. “Natural de aquesta ciudad de Sidon”, dice el primero.
3. Martínez sitúa la gesta de Caropo “a la entrada
de los cartagineses en Andalucía”, tal y como
refiere el cronista ducal, después de que éstos intentaran “internarse en la
provincia y poseerla a cualquier costo”. Califica a este pueblo de astuto y
guerrero, y dice que se vio apoyado en su tentativa por los vecinos de Cádiz, lo cual también se infiere de las palabras de Medina : “Sabido que los Cartagineses y todos los de Cadiz eran
ya passados en el Andaluzia: donde repartidos por la tierra”. Ambos
autores también coinciden en que:
- Los enfrentamientos principales entre
cartagineses y turdetanos estuvieron precedidos de rapiñas: “Derramándose por
sus campos, quemó algunas caserías, robó muchos ganados, prendió y mató muchos
hombres” (Vicario); “En la primera
llegada quemaron ciertas caserias y tomauan ganados: y prendian y matauan los
hombres quantos hallauan a la mano” (Medina).
- Los
cartagineses, después de sus robos, se refugiaban en cercas de empalizadas que
tenían rodeadas de fosos: “guareciéndose en unas empalizadas cercadas de
cavas y bien fortalecidas, de las que salían para estas incursiones” (Vicario);
“donde discurrian ciertas vanderas
Africanas que hazian lo mas deste daño, las quales tuuo noticia que corrian el
campo mas delanteras que las otras y se recogian en vna palizada que tenian
cercada de cauas” (Medina).
4. En cuanto al retrato de Baucio Caropo, si bien
en un principio se conforma el Vicario Martínez con la sintética expresión “varón
lleno de valor y ciencia, y diestro en el gobierno”, luego sucumbe ante la
precisa descripción del cronista, que incluirá una interesantísima digresión
sobre algunas costumbres del pueblo turdetano: “Varón de crecida estatura, de
mayor ánimo y de singular instrucción en leyes, geometría y filosofía natural”
(Vicario); “Varon de crecida estatura: dotado de
grandes fuerças y esfuerço: pero no menos virtud y prudencia: tanto que ya de
muchos años antes juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas
en los pleytos y debates que les sucedian con otros siete varones semejantes a
el en bondad y discrecion, a quien este Baucio tenia señalados para compañeros
de su cargo muy entendidos y sabios, en geometria, leyes y philosophia natural:
las quales leyes fueron antiquissimas. Estas leyes aprendian de cabeça los
varones nobles y principales desta gente: para que teniendo las en la memoria supiessen
gouernar a si, y a los otros”. Ya veremos de dónde toma Pedro de Medina tan
singulares detalles.
5. Por lo que atañe a los enfrentamientos bélicos, el Vicario Martínez alude a los mismos dos que detalla Pedro de Medina.
- El primero es un asalto por sorpresa del
campamento cartaginés por parte de Baucio Caropo, que a tal efecto salió por la
noche de Medina Sidonia después de recibir información sobre sus enemigos.
Según el Vicario, el caudillo turdetano tomó con presteza el recinto y mató o
hizo prisioneros a todos sus enemigos, excepción hecha de su capitán y de unos
pocos que pudieron seguirle. Luego regresaría a la ciudad “cargado de despojos
y laureles”. Pedro de Medina se detiene en este último particular aportando un
nuevo detalle sobre el pueblo turdetano: “Con esta vitoria los Turdetanos y su capitan tornaron a la ciudad y
lleuaron los presos: y grandes despojos que allí ganaron. Con mas algunas
manos diestras que cortaron a los
principales de los muertos, las quales colgaron por memoria segun lo tenian en
costumbre por señal de sus vitorias”.
- El segundo, que
se produce al día siguiente, es una escaramuza en la que Baucio y los suyos
incendian las embarcaciones que los cartagineses tenían llenas de víveres en el
río Guadalete: “Al día siguiente partió el mismo Barucio al río
Guadalete, donde los cartagineses tenían una escuadrilla de barcos con víveres;
los incendiaron, matando a los que los tripulaban y aterrando a los demás que
desde aquel día respetaron a Barucio y su tropa de Medina” (Vicario); “El dia siguiente Baucio Caropo vino con su gente a la
ribera abaxo del rio que dezimos ahora Guadalete, caminando contra la mar, y
como supo que los Cartagineses tenian alli ciertos nauios con mantenimientos:
acometiolos de subito con gran ferocidad, y tomados a prission los que los
defendian: les puso fuego quemando los todos con quanto dentro tenian: esto dio
muy gran temor en los contrarios” (Medina).
Pedro de Medina termina su relato con la noticia de la
muerte de Baucio Caropo, de la que nada dice nuestro Vicario y que, según el
cronista, se produjo a los pocos días del incendio de la flota cartaginesa.
Refiere también las características de su enterramiento: “Fue sepultado magnificamente poniendole por el contorno
del monumento tantas piedras enhiestas: quantos adversarios le vieron matar en
las guerras y batallas en que se hallo, en quanto fue biuo porque tal costumbre
tenian las gentes Españolas de su tiempo y aun muchos tiempos mas adelante”. Se
equivoca, sin embargo, Medina al asegurar que los grandes mármoles hallados
posteriormente en Medina Sidonia tienen este carácter funerario y,
particularmente en el ejemplo que cita, los dos cipos romanos que hoy siguen
colocados donde él mismo pudo contemplarlos, a la entrada de la puerta principal
de la iglesia de Santa María la Mayor: “Y assi parecen oy en esta ciudad muy
grandes antiguedades en marmoles muchos y piedras muy grandes blancas y muy
hermosas que en la mesma ciudad se han hallado y hallan contino. Especialmente
dos piedras que estan en la yglesia principal desta ciudad que son de las
hermosas piedras antiguas que hasta oy se ayan hallado en España”.
Estas piezas
aparecen consignadas por Julián González en Inscripciones romanas de la
provincia de Cádiz, Cádiz, Diputación Provincial, 1982, de la siguiente manera:
“CIL 1313 (…)
Inscripción honoraria; pedestal de mármol blanco, que mide 1,42 m de altura por
0,72 m de anchura; cada pilastra mide 0,10 m de anchura y las cenefas 0,10 m
igualmente cada una; la cartela tiene unas medidas de 0,42 m de altura por 0,28
m de anchura. Tiene moldura de base y cornisa, la cartela está enmarcada por
triple moldura y éstas a su vez por una cenefa cuadrangular elegantemente
combinada con tallos y flores de cinco pétalos y botón central; rodeada por dos
pilastras estriadas, coronadas por capiteles corintios, de bella factura, de
los cuales pende una guirnalda de hojas y frutos, cortando la moldura el
rectángulo donde está grabada la inscripción. Según Romero de Torres, el lado
derecho ostentaba iguales motivos de ornamentación, pero sin guirnalda, y en el
recuadro del centro la patera; su cara izquierda y la posterior conservaban,
según Hübner, el simpulum y la corona laurea, respectivamente. Las letras son
capitales actuarias muy elegantes, probablemente del siglo II d. de C., con una
altura que oscila entre los 4,5 cm y los 4 cm. Hay un nexo IR (r. 2), u una I
longa en VIR (r. 2)
M ANTONIO M F
GAL SYRIACO
IIVIR
MVN AVG GAD
D • D
D • D
M(arco) Antonio
M(arci) f(ilio) Gal(eria tribu) Syriaco (duum)vir(o) Mun(icipi) Aug(usti)
Gad(tani). D(ecreto) d(ecurionum).
Esto es: En
honor de Marco Antonio Siriaco, hijo de Marco, de la tribu Galeria, duunviro
del Municipio Augusto Gaditano, por decreto de los decuriones.”
![]() |
Las fotografías que ofrecemos pertenecen al libro de Enrique Romero de Torres Catálogo Monumental de España, provincia de Cádiz (1908-1909) |
“CIL, 1324 (…) Inscripción honoraria: pedestal de mármol
blanco, con moldura de base, que mide 1,30 m de altura por 0,70 m de anchura;
la cartela tiene una altura de 0,79 m y una anchura de 0,60 m; en su lado
izquierdo se distingue el simpulum; en el derecho, que la pared oculta(1), se
esculpió la patera; en la parte posterior, según Romero de Torres, habría una
inscripción visigoda; se encuentra a la izquierda de la puerta principal, empotrado
en el ángulo del muro a manera de jamba. Las letras son capitales cuadradas,
probablemente del siglo I d. de C., con una altura de unos 5 cm. Los signos de
interpunción son triangulares, excepto en los finales de los rr. 1-4, donde hay
hederae:
L • FABIO • L •
F • GAL •
CAPITONI •
AMICO OPTVMO •
L • AELIVS •
AMICO OPTVMO •
L • AELIVS •
ROCIANVS
L(ucio)
F(abio) L(uci) f(ilio) Gal(eria tribu) Capitoni, amico optumo, L (ucius) Aelius
Rocianus.
Esto es: En
honor de su excelente amigo, Lucio Fabio Capitón, hijo de Lucio, de la tribu
Galeria, erigió este monumento Lucio Elio Rociano.”
(1)
Hoy está a la vista.
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