En la revista El Barrio de 2015, magníficamente coordinada como siempre por el profesor Miguel Roa Guzmán, hago la edición crítica y comentario de El mirlo, un cuento escrito por Rodríguez Marín y protagonizado por el Doctor Thebussem. Creo que es una historia poco conocida. Deseo que os guste.
et diem / uicinum senio iam Deus adplicat. / Quid nos utile tanti spatio temporis egimus?
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jueves, octubre 01, 2015
martes, febrero 18, 2014
El lamento de Ariadna (XXIII)
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Ariadne, Antoine Caron, Les Images ou Tableaux de platte peinture des deux Philostrates..., ed. 1637 |
La fábula de Ariadna en una traducción de Filóstrato al francés
Durante
el gobierno del emperador Septimio Severo y en el marco de la
denominada "Segunda Sofística", un periodo en el que la literatura
griega, sirviéndose magistralmente de la retórica y la erudición, se preocupó sobre
todo por perpetuar los logros adquiridos por los grandes creadores de
las épocas arcaica y clásica, floreció la figura de Filóstrato (s. II-III d. C.), a quien
el Suda atribuye unas Cartas, Biografías de los Sofistas, Vida de Apolonio de Tiana (encargada por la propia emperatriz Julia Domna), Heroico y Cuadros.
Una obra del mismo título que esta última se atribuyó a otro Filóstrato,
sobrino del primero. Realmente, no se ha resuelto aún la cuestión de la
autoría de estas obras e incluso se discute cuántos escritores del mismo
nombre existieron.
Cuadros (Imagines) recogía las descripciones ("écfrasis" es como se llama este género en la retórica antigua) de una serie de 65 pinturas que se encontraban en una villa de Nápoles. Aunque estas obras se perdieron, reviven en la prosa de su admirador, cuyas palabras ejercieron gran influjo en pintores de todas las épocas, particularmente en Tiziano y Poussin. Entre las "imagines" del primer Filóstrato se encontraba una pintura que representaba la huida de Teseo mientras Ariadna dormía plácidamente sobre una roca y el dios Dioniso la contemplaba. He aquí el texto griego y su traducción aproximada.
Cuadros (Imagines) recogía las descripciones ("écfrasis" es como se llama este género en la retórica antigua) de una serie de 65 pinturas que se encontraban en una villa de Nápoles. Aunque estas obras se perdieron, reviven en la prosa de su admirador, cuyas palabras ejercieron gran influjo en pintores de todas las épocas, particularmente en Tiziano y Poussin. Entre las "imagines" del primer Filóstrato se encontraba una pintura que representaba la huida de Teseo mientras Ariadna dormía plácidamente sobre una roca y el dios Dioniso la contemplaba. He aquí el texto griego y su traducción aproximada.
A finales del siglo XVI Blaise de la Vigenère Bourbonnois (1523-1596), diplomático, criptógrafo y químico, amén de literato y profundo conocedor de las lenguas clásicas, se encargó de la traducción al francés y comentario de los Cuadros de Filóstrato el Viejo y de Filóstrato el Joven. En 1578 aparecía su obra dedicada a los primeros, Les Images ou Tableaux de platte peinture de Philostrate Lemnien Sophiste Grec. Mis en françois par... Avec des Arguments et Annotations sur chacun d´iceux (París, Nicolas Chesneau), que fue reeditada (corregida y aumentada) en 1597 (París, L´Angellier). En 1602, ya muerto el traductor y comentarista, salía a la luz La suite de Philostrate. Les Images ou Tableaux de platte peinture du Jeune Philostrate (París, Abel L´Angellier), con las descripciones de Filóstrato el Joven.
En la edición de 1578 De la Vigenère dedica a la historia de Ariadna desde la mitad de la página 128 hasta la 142v. En primer lugar resume el mito ("argument"), luego traduce el texto de Filóstrato y, a partir de la página 130, comienzan las notas, donde hace un minucioso recorrido por pasajes de Pausanias, Catulo (traducción incluida del "Lamento de Ariadna" del poema 64), Plutarco, Diodoro de Sicilia, Heródoto... La edición de 1597 no presenta grandes novedades, pero la realizada en 1609, que reunía ahora los Cuadros de los dos Filóstratos con las écfrasis dedicadas por el también sofista y retórico Calístrato (s. III a. C) a catorce estatuas de piedra y bronce de distinguidos artistas (Les Images ou Tableaux de platte peinture des deux Philostrates et des statues de Callistrate mis en françois par... Avec des epigrammes sur chacun d´iceux par Arthus Th. Sieur d´Embry, París, Sébastien Cramoisy), contiene, además de los epigramas que refiere el título, 58 ilustraciones realizadas por el artista Antoine Caron.
Antoine Caron (1521-1599) fue un creador polifacético que destacó en la corte francesa durante los reinados de Carlos IX y Enrique III. Discípulo de Niccolò dell´Abbate y Francesco Primaticcio, seguidor del manierismo italiano y adscrito a la Escuela de Fontainebleau, cultivó los temas alegóricos, históricos y mitológicos representándolos con cierta extravagancia (exageradas arquitecturas que anuncian el Barroco, colores muy vivos). Parece ser que fue el editor L´Angellier quien encargó a Caron ilustrar las traducciones de De la Vigenère, pero la muerte le sorprendió cuando aún no había finalizado su trabajo. De hecho, en la edición de 1614 (Les Images ou Tableaux de platte peinture des deux Philostrates Sophistes grecs et les statues de Callistrate, París, Veuves de Abel l´Angellier y M. Guillemot) se añadirán otras diez ilustraciones del grabador flamenco Jaspar Isaac (1585?-1654), que ya acompañarán a las de Caron en las sucesivas impresiones de la obra.
El dibujo de Caron que aquí nos interesa (reproducimos el grabado de la edición de 1637) presenta, según describía Filóstrato, a Ariadna dormida sobre una roca con el cuerpo desnudo hasta la cintura y su cabeza caída hacia atrás dejando ver su cuello. Dioniso desembarca de una nave, que es un prodigio de ornamentación, y se dirige hacia ella con mirada de enamorado. Apenas tiene protagonismo su cortejo, que permanece aún dentro del navío. Tras una arboleda, en el mar, desaparece la barcaza de Teseo, cuya figura encontramos sentada en la proa (quizá Fedra le acompaña), con la cara vuelta hacia la orilla. Al fondo, una fantástica ciudad.
En la edición de 1578 De la Vigenère dedica a la historia de Ariadna desde la mitad de la página 128 hasta la 142v. En primer lugar resume el mito ("argument"), luego traduce el texto de Filóstrato y, a partir de la página 130, comienzan las notas, donde hace un minucioso recorrido por pasajes de Pausanias, Catulo (traducción incluida del "Lamento de Ariadna" del poema 64), Plutarco, Diodoro de Sicilia, Heródoto... La edición de 1597 no presenta grandes novedades, pero la realizada en 1609, que reunía ahora los Cuadros de los dos Filóstratos con las écfrasis dedicadas por el también sofista y retórico Calístrato (s. III a. C) a catorce estatuas de piedra y bronce de distinguidos artistas (Les Images ou Tableaux de platte peinture des deux Philostrates et des statues de Callistrate mis en françois par... Avec des epigrammes sur chacun d´iceux par Arthus Th. Sieur d´Embry, París, Sébastien Cramoisy), contiene, además de los epigramas que refiere el título, 58 ilustraciones realizadas por el artista Antoine Caron.
Antoine Caron (1521-1599) fue un creador polifacético que destacó en la corte francesa durante los reinados de Carlos IX y Enrique III. Discípulo de Niccolò dell´Abbate y Francesco Primaticcio, seguidor del manierismo italiano y adscrito a la Escuela de Fontainebleau, cultivó los temas alegóricos, históricos y mitológicos representándolos con cierta extravagancia (exageradas arquitecturas que anuncian el Barroco, colores muy vivos). Parece ser que fue el editor L´Angellier quien encargó a Caron ilustrar las traducciones de De la Vigenère, pero la muerte le sorprendió cuando aún no había finalizado su trabajo. De hecho, en la edición de 1614 (Les Images ou Tableaux de platte peinture des deux Philostrates Sophistes grecs et les statues de Callistrate, París, Veuves de Abel l´Angellier y M. Guillemot) se añadirán otras diez ilustraciones del grabador flamenco Jaspar Isaac (1585?-1654), que ya acompañarán a las de Caron en las sucesivas impresiones de la obra.
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Detalle de la imagen anterior |
El dibujo de Caron que aquí nos interesa (reproducimos el grabado de la edición de 1637) presenta, según describía Filóstrato, a Ariadna dormida sobre una roca con el cuerpo desnudo hasta la cintura y su cabeza caída hacia atrás dejando ver su cuello. Dioniso desembarca de una nave, que es un prodigio de ornamentación, y se dirige hacia ella con mirada de enamorado. Apenas tiene protagonismo su cortejo, que permanece aún dentro del navío. Tras una arboleda, en el mar, desaparece la barcaza de Teseo, cuya figura encontramos sentada en la proa (quizá Fedra le acompaña), con la cara vuelta hacia la orilla. Al fondo, una fantástica ciudad.
Thomas Artus (h. mitad del s. XVI- post 1614), autor de la sátira Les Hermaphrodites (1605) y comentarista de la traducción de De la Vigenère de la Vida de Apolonio de Tiana, escribió para la edición de 1609 una serie de epigramas, que aparecerían impresos al pie de cada grabado. El concerniente a la fábula de Ariadna dice:
L´ingrat est tousiours infidele,
Le lascif vent tousiours changer,
Si Thesée oublie sa belle,
Et le bien qu´il a receu d´elle,
L´ayant preservé du danger,
Bacchus n´a pas moins d´inconstance,
Car il ayme le changement,
Ny Ariadné d´imprudence,
D´avoir choisi un tel amant:
Sa volupté fut la plus forte,
Bien que son mal fut à sa parte.
El ingrato es siempre infiel,
El lascivo viento, siempre cambiante.
Si Teseo olvida a su amada
Y el bien que ha recibido de ella:
Haberlo preservado del peligro,
Baco no es menos veleidoso.
Pues a él le gusta la mudanza.
Ni menos imprudente Ariadna
Por haber elegido a tal amante.
Fue tan grande su voluptuosidad
Aunque consigo trajera la desgracia.(1)
(1) Seguramente el autor hace referencia a la leyenda de la muerte de Ariadna a manos de Ártemis cumpliendo una orden del propio Dioniso.
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Detalle de la imagen de cabecera |
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viernes, enero 31, 2014
El lamento de Ariadna (XXII)
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Ariadna abandonada en Naxos. Grabado de Johann Ulrich Krauss |
En 1676 se publicaba en la Imprenta Real de París la versión al francés de Las metamorfosis de Ovidio realizada por el poeta y dramaturgo Isaac de Benserade (1613-1691) empleando la estrofa denominada "rondeau": Métamorphoses d´Ovide en Rondeaux. Imprimez et Enrichis de Figures par Ordre de Sa Majesté, Et Dediez a Monseigneur le Dauphin (Paris, Imprimerie Royale, Sebastien Mabre-Cramoisy imprimeur de Sa Majesté). El escritor normando, que había recibido una pensión del cardenal Richelieu y comenzado su carrera literaria con la tragedia Cleopatra (1635), se convirtió a la muerte de éste en favorito del Duque de Brézé, del cardenal Mazarino y, finalmente, del propio Luis XIV, en cuya corte destacó como autor de letras de ballets. Fue el mismo rey quien le encargó poner en verso la obra de Ovidio, pero en un momento en que la estrella de Benserade empezaba a declinar. Poco después se retiraría a Gentilly.
El "rondeau" (rondó) es una composición empleada en la poesía francesa desde el siglo XV que consta de trece versos endecasílabos y un bordón, que se reitera en las posiciones novena y decimoquinta. Clément Marot había establecido que éste debía surgir de las primeras cuatro sílabas del verso inicial. El esquema ideal sería el siguiente: primera estrofa, AABBA; segunda estrofa, AAB + bordón; y tercera estrofa, AABBA + bordón. He aquí el escrito por Benserade para referir libremente el episodio del abandono de Ariadna contenido en el libro octavo de Las metamorfosis:
"Ariane abandonnée se plaint dans un desert"
Il est bien dur de mourir de langueur
pour un ingrat toûjours maistre d'un coeur,
dont la pensée est encore à luy toute,
d'un coeur tout neuf qui perdit ce qui coûte,
si cher helas ! à la jeune pudeur.
Ce souvenir, s'il a quelque douceur,
pour un indigne, et cruel ravisseur,
pour Ariane est bien amer sans doute.
Il est bien dur,
L' abandonner à son propre malheur,
et que celuy qui cause sa douleur
ne vienne pas aux plaintes qu'il écoute,
pour essuyer des larmes qu'il redoute,
qu'il void couler, et dont il est l'autheur.
Il est bien dur.
"Ariadna abandonada se lamenta en un desierto"
Es muy duro morir de abatimiento
A causa de un ingrato, amo siempre de un corazón,
Que sólo piensa en él;
De un corazón tan ingenuo que hizo perder
a la joven su vergüenza, bien, ¡ay!, tan preciado.
Este recuerdo, si hay compasión
Con un indigno y cruel raptor,
Para Ariadna es bien amargo sin duda.
Es muy duro,
Abandonarla a su propia desgracia,
Y que el que causa su dolor
No acuda a los lamentos que escucha,
Para enjugar unas lágrimas a las que teme,
Que ve correr, y de las que es causante.
Es muy duro.
Páginas de la edición de 1676
La
edición parisina contaba con un frontispicio dibujado por el gran
pintor Charles Le Brun que fue grabado por Sébastien Le Clerc, y cada
"rondeau", impreso en la página derecha, iba acompañado a la izquierda
de una pequeña ilustración grabada y enmarcada, cuyos autores fueron el propio
Le Clerc (1637-1714), Jean Le Pautre (1618-1682) y François Chauveau (1613-1676). Este
último, muerto precisamente el año de la impresión del libro de que
tratamos y autor de muchos de los dibujos, tenía desde 1662 el título
de Grabador del Rey y era consejero de la Academia Real de Pintura y
Escultura. De su taller se conservan más de 6000 grabados que, entre
otros, ilustran obras de Scarron, Molière, Racine, Boileau o La
Fontaine. Por lo que respecta a Le Clerc, nacido en Metz e hijo de un
orfebre, había llegado a París en 1665 después de haber hecho carrera
militar como ingeniero. Allí Charles Le Brun, le aconsejó olvidar las
ciencias y dedicarse únicamente al dibujo y al grabado, llegando a
obtener de parte del ministro Colbert una pensión de 600 escudos con la condición
de que consagrara su talento exclusivamente al servicio del Rey.
Aceptado en la Academia Real en 1672, ejerció en ella como profesor de
Geometría y Perspectiva. Le Pautre, por su parte, se había especializado en los grabados de motivos arquitectónicos y ornamentales, y formaba igualmente parte e la Academia Real (desde 1617).
Chauveau
firmó los grabados que representan a Pasífae y el toro y a Teseo
preparado para entrar en el laberinto, es decir, los que preceden al que nos interesa, en el que no advertimos, sin embargo, autógrafo alguno. En el mismo aparece en primer plano
Ariadna, ataviada con túnica y calzada en un solo pie, su cabello
hermosamente recogido. Ha salido de la tienda en la que ha pasado la
noche con Teseo tras advertir su ausencia y corre desesperada alzando
los brazos al ver que el barco (anacrónico) del ateniense se pierde en el horizonte. La abundante
vegetación poco tiene que ver con el paisaje desolado que pintaba
Ovidio.

Páginas de la edición de 1697 con grabado de Van Hagen |
La obra en cuestión fue reeditada en Amsterdam en 1679 por el impresor Abraham Wolfgang, pero en esa ocasión se prefirió colocar el texto a la izquierda, y los grabados, cuya copia fue encomendada a Christian van Hagen, a la derecha. Como puede verse en la imagen que reproducimos, se ampliaron e invirtieron los dibujos, para lo que se emplearía la técnica de proyección en un espejo, pero las modificaciones en éstos son muy leves (obsérvese, por ejemplo, en la representación de Ariadna abandonada el contorno de la cresta montañosa del fondo). Estos grabados de Van Hagen fueron empleados también en la edición de 1697 (Amsterdam, Pierre Mortier).
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Grabado de Krauss para la edición de 1690 |
Una nueva edición de estos grabados se realizó en 1690 en la ciudad de Ausburgo, en el taller de Johann Ulrich Krauss (1655-1719), impresor asimismo de Die
Verwandlungen des Ovidii: in zweyhundert und sechs und zwantzig
Kupffern, título de estas Metamorfosis ilustradas. En cada página del libro aparecían dos ilustraciones acompañadas de un breve texto en alemán.
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domingo, enero 05, 2014
El lamento de Ariadna (XIX)
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Plancha 74 de la edición de Bauer de 1703 |
En 1606 el pintor y grabador Antonio Tempesta (Florencia, 1555-Roma, 1630) daba a luz en Amberes un nuevo juego de grabados destinado a ilustrar Las metamorfosis de Ovidio, inspirados en los ya conocidos de Bernard Salomon. El precioso libro intitulado Metamorphoseon sive transformationum Ovidianarum libri quindecim, aeneis formis ab Antonio Tempesta florentini incisi et in pictorum antiquitatisque studiosorum gratiam nunc primum exquisitissimis sumptibus a Petro de Iode Antverpiano in lucem editi, sólo contiene, en lo que a nosotros nos interesa, la escena de la lucha entre Teseo y el Minotauro dentro del Laberinto.
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Teseo vence al Minotauro, Antonio Tempesta (ed. 1606) |
Tempesta fue alumno del pintor flamenco establecido en Florencia Giovanni Stradano (Jan van der Straet), cercano al círculo de Vasari, y alumno de la Accademia de Disegno de la ciudad del Arno. En Roma se relacionó con la colonia neerlandesa y obtuvo varios encargos del papa Gregorio XIII junto a Matthijs Bril. Participó en la decoración del Palazzo Farnese en Caprarola y en la realización de los frescos de Villa d´Este en Tivoli. Como grabador, son muy apreciadas sus estampas sobre escenas del Antiguo Testamento, la mencionada serie de Las metamorfosis y otra destinada a ilustrar Batauorum cum Romanis bellum, en colaboración con Otto van Veen.
Los grabados de Tempesta fueron imitados, ya que debieron de conocerlos antes de su edición, por el holandés Hendrick Goltzius (1558-1617) y su seguidor Crispin de Passe (1564-1637), en su Metamorphoseon Ouidianarum typi aliquot artificiosissime delineati, ac in gratiam studiosae juuentutis editi per Crispianum Passaeum Zeelandum chalcographum Anno salutis humanae 1602. Las imágenes de estos tres grabadores están repletas de matices de estilo manierista y anuncian ya el Barroco. También fueron utilizados estos dibujos por el francés Jean Mathieu para las ilustraciones que acompañarían las traducciones al francés de la obra de Ovidio a cargo de Nicholas Renouard desde la primera edición de 1617 (Les Metamorphoses d´Ovide traduites en prose française..., París, Veuve L´Angelier).
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Teseo y el Minotauro, grabado de J. Mathieu, Les Metamorphoses d´Ovide (ed. 1619) |
Se inspiran igualmente en Salomon pero deben considerarse ya barrocas las imágenes que el grabador alemán Johann Wilhelm Baur -Joan Guiliam Bouwer o Bauer- (Estrasburgo, 1607- Viena, 1640) creó para su Ovidio ilustrado casi al final de su carrera artística. Hijo de orfebre, destacó por su precisión en las miniaturas y los cuadros de pequeño formato (escenas de batallas y puertos, paisajes y alegorías) con los que obtuvo considerable éxito en Italia. Residió en Nápoles y Roma, y trabajó para las más notables familias del momento: los Farnese, los Colonna y los Borghese. En 1637 se dirigió a Viena donde el emperador Fernando III le encargó una serie de grabados sobre la vida de Cristo y de la Virgen. Allí realizó también las 150 planchas para Las Metamorfosis de Ovidio, obra que vio la luz en 1641 aunque algunas estampas están firmadas ya en 1639. La obra fue reeditada al menos en 1687 (Nuremberg), 1703 (Nuremberg), 1709 (Augsburgo). La plancha 74 nos presenta en primer plano la unión de Dioniso y Ariadna sobre quienes penden las estrellas que simbolizan la constelación. En segundo plano aparece la princesa cretense entregando el hilo a Teseo, que se encuentra también detrás ya luchando con el Minotauro. Al fondo, el paisaje presenta la rocosa isla de Naxos y el bajel del pérfido ateniense que se aleja de la costa.
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Teseo vence al Minotauro, plancha 74 de la edición de Bauer de 1641 |
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jueves, diciembre 26, 2013
El gorrión de Lesbia (IV)
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Lesbia, J. R. Weguelin (1878), Colección particular |
2a
Passer, deliciae meae puellae,
Quicum ludere, quem in sinu tenere,
Cui primum digitum dare appetenti
Et acris solet incitare morsus,
Cum desiderio meo nitenti
Carum nescio quid lubet iocari
Et solaciolum sui doloris,
Credo ut tum gravis acquiescat ardor:
Tecum ludere sicut ipsa possem
Et tristis animi levare curas!
2b
..............................................
Tam gratum est mihi quam ferunt puellae
Pernici aureolum fuisse malum,
Quod zonam soluit diu ligatam.
2
Gorrión, capricho de mi amada,
Con quien jugar, a quien tener en su regazo,
A quien, cuando se la reclama, dar la yema de su dedo suele,
Y provocar sus vivos mordiscos,
Cuando al resplandeciente anhelo mío
Le agrada solazarse con no sé qué afición
Y pequeño alivio de su pesadumbre,
Para calmar, creo, su embarazosa pasión.
¡Jugar contigo, como ella, ojalá pudiera
Y aliviar las amargas penas de mi corazón!
2a
......................................................................
Tan grato es para mí como cuentan fue
A la veloz muchacha la manzana dorada
Que desciñó su cinturón tanto tiempo ajustado.
(La traducción es nuestra)
El poema 2 de Catulo, dedicado al pajarillo con el que Lesbia solía entretenerse y al que el poeta no puede hacer partícipe de sus juegos (interprétese como se quiera, ya al pie de la letra, ya viendo en todo ello una metáfora erótica), ha llegado hasta nosotros con lo que la mayoría de los estudiosos consideran una laguna en la transmisión textual. Tras ella podemos leer una referencia al mito de la doncella Atalanta, quien había consagrado su virginidad a Ártemis y mataba a sus pretendientes tras desafiarlos a una carrera, hasta el momento en que rivalizó con Hipomenes, que la sedujo o engañó al mostrarle la manzana de oro con que Afrodita había sido premiada en el Juicio de Paris.
La lectura del poema que ofrecemos arriba es la habitualmente admitida hoy en día, pero dista un poco de la que nos mostraba Sidney George Owen en la preciosa edición de 1893 (London, Lawrence and Bullen) Catullus: with the Pervigilium Veneris, ilustrada por el pintor John Reinhardt Weguelin. En ella no hay solución de continuidad entre las dos partes gracias a la conjetura "posse", en lugar de "possem", en el verso 9 (cf. Notes, p. 150). De esta manera, sería tan grato para el poeta jugar con el pajarillo de Lesbia como dicen que fue la manzana de oro para la doncella Atalanta.
El libro de Owen contiene seis ilustraciones a toda página, en blanco y negro y con amplios márgenes, que reproducen acuarelas del pintor J. R. Weguelin: un frontispicio que incia el poemario de Catulo; una obra titulada "Ille mi par esse deo videtur", dedicada al conocido poema 51 del veronés; otra que ilustra el poema 63 (sobre el mito de Atis), a la que da título el verso 21 del mismo, "Ubi cymbalum sonat vox, ubi tympana reboant"; dos acuarelas dedicadas al largo poema 64, el epitalamio de Tetis y Peleo, que nos muestran a las Nereidas emergiendo del fondo del mar asombradas ante la magnitud de la nave Argo ("Aequoreae monstrum Nereides admirantes", v. 15) y a Ariadna abandonada en la isla de Naxos ("Quem procul ex alga maestis Minois ocellis,/ Saxea ut effigies bacchantis, prospicit, eheu!", vv. 60-61); y, finalmente, otra que ilustra el Pervigilium Veneris ("Totus est in armis idem quando nudus est amor").
En la pintura que nos interesa Lesbia aparece recién salida de un baño que ha tomado al aire libre, jugueteando con un gorrión que se ha posado sobre su hombro izquierdo. Abandonada al placentero entretenimiento, ha caído el velo que cubría su espalda, que se muestra al espectador en toda su desnudez.
El pintor inglés John Reinhardt Weguelin (1849-1927), activo entre 1877 y 1910, vivió durante gran parte de su infancia en Italia, donde se aficionó a su arte y a su historia, motivos en los que encontró abundante inspiración para su obra. Formado en la Slade School of Fine Arts, fue seguidor de Edward Poynter y Alphonse Legros, y gran admirador de Lawrence Alma-Tadema. La Antigüedad Clásica y la mitología (particularmente las leyendas relacionadas con el mundo pastoril, las ninfas y las sirenas) le sirvieron para crear escenas de figuras en el paisaje que destacan por su realismo lumínico y el buen dibujo del desnudo. Exhibió su obra en la Royal Academy, amén de en las más importantes galerías londinenses del momento, y perteneció a la Royal Society of Painters in Water Colours ya que brilló especialmente en este medio. Como ilustrador cabe destacar también su obra para Lays of Ancient Rome (1881), de Thomas Babington Macaulay; The Cat of Bubastes (1889), de G. A. Henty; los cuentos de Hans Christian Andersen contenidos en The Little Mermaid and other Tales (1893); y la traducción de Anacreonte de Thomas Stanley (1894). Olvidado durante la Primera Guerra Mundial, fue siempre recordado como el pintor de Lesbia, de la joven Lesbia del óleo homónimo que presentamos al comienzo de esta entrada. La musa de Catulo aparece de pie, en contraposto, enmarcada por la puerta de acceso a un jardín desde el que entra la luz del sol: los rayos atraviesan la fina túnica que cubre a la muchacha y dejan entrever su hermoso cuerpo desnudo. Una guirnalda de flores corona su cabeza, y su mirada se dirige al recipiente que ha dejado en el suelo y en el que se deposita el alimento de los gorriones que revolotean a su alrededor y se posan junto a sus pies. Detrás, flores y árboles, casas que descienden hasta la playa, y el mar...
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lunes, diciembre 09, 2013
Historias de Medina Sidonia (XVI)
La leyenda de Baucio Caropo (IX)
Tum dictator silentio facto, “utinam” inquit “mihi patribusque Romanis…” (6, 15, 4);
Tum dictator silentio facto, “bene habet” inquit “Quirites…” (8, 35, 4);
o, por citar otro ejemplo, antes del discurso electoral de Quinto Fabio Máximo,
Q. Fabius silentio facto tali oratione est usus… (24, 7, 12).
que es vergonzoso no oponer a las situaciones adversas más recurso que las lágrimas,
Turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas.
Cf. opem ferre, CIC. de orat. 1, 32; CAES. ciu. 1, 79, 3; LIV. 3, 17, 5; 27, 20, 8 et passim.
Cf. correptis signis, TAC. his. 2, 18.
Llorar por las desgracias es un consuelo pasajero, “leue malorum… solamen”, como bien dice Octavia en la monodia inicial de la “praetextata” erróneamente atribuida a Séneca (OCTAVIA 65-71):
Me crudeli sorte parentes 65
Que la suerte cruel me ha arrebatado
Y que llore la muerte de mi hermano
En el que residía mi única esperanza,
Efímero consuelo de tantas desgracias.
Ahora sobrevivo para mis lamentos
Y soy sólo la sombra de un gran hombre.
(Traducción de Jesús Luque Moreno, Séneca, Tragedias II, Madrid, Editorial Gredos, 1980)
(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros XXI-XXV, Madrid, Editorial Gredos, 1993)
(Traducción de Alberto Medina González, Cicerón, Disputaciones Tusculanas, Editorial Gredos, Madrid, 2005)
Y es que, dice Tito Livio en el fragmento que narra la venganza de Virginio por la violación de su hija Virginia a manos del decénviro Apio Claudio, las mujeres son más débiles de espíritu.
(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros I-III, Madrid, Editorial Gredos, 1990)
(Traducción de José Luis Moralejo, Cornelio Tácito, Annales. Libros XI-XVI, Madrid, Editorial Gredos, 1980)
E incluso a la mujer, dice Séneca en su Consolación a su madre Helvia, le conviene dominar tales manifestaciones de dolor.
(Traducción de Francisco Navarro y Calvo, Consolación a Helvia por Lucio Anneo Séneca, Biblioteca Virtual Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/consolacion-a-helvia).
El discurso que Juan de Mariana pone en boca de Baucio Capeto es de profunda raigambre clásica, como puede demostrar un breve análisis de las fuentes en que bebe el jesuita. Los tópicos retóricos y las iuncturae empleadas tienen principalmente su base en palabras de Cicerón y de Tito Livio.
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Elocuencia, Cesare Ripa, Iconologia, París, 1643 |
Para que el héroe inicie su discurso es preciso el silencio de la concurrencia: “Silentio… facto, Princeps… inquit”. Este ablativo absoluto aparece repetidamente en Livio: antes del discurso en el foro del dictador Aulo Cornelio Coso, que censuró la conducta de Marco Manlio Capitolino, quien había prometido a la plebe saldar sus deudas y librarla de la usura de los patricios,
Tum dictator silentio facto, “utinam” inquit “mihi patribusque Romanis…” (6, 15, 4);
en las palabras previas al discurso del dictador Lucio Papirio ante el pueblo y los tribunos de la plebe cuando juzgó la temeraria acción contra los samnitas del joven jefe de la caballería Quinto Fabio,
Tum dictator silentio facto, “bene habet” inquit “Quirites…” (8, 35, 4);
o, por citar otro ejemplo, antes del discurso electoral de Quinto Fabio Máximo,
Q. Fabius silentio facto tali oratione est usus… (24, 7, 12).
Se trata de un silencio casi reverencial, cercano al preceptuado antes de la toma de augurios o de la realización de sacrificios.
El jefe de los turdetanos inicia su arenga diciendo que es propio de un espíritu blando y sin arrestos llorar por las desgracias ya que éste es un pasajero consuelo de los males que emplean las mujeres en sus lamentos,
Mollis … & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen;
---
De animo… couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias;
que es vergonzoso no oponer a las situaciones adversas más recurso que las lágrimas,
Turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas.
Cf. opem ferre, CIC. de orat. 1, 32; CAES. ciu. 1, 79, 3; LIV. 3, 17, 5; 27, 20, 8 et passim.
Más cuadra a los hombres vengar de inmediato las injurias recibidas armas en mano para mayor pesar de los enemigos:
Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia?
---
Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas?
Cf. correptis signis, TAC. his. 2, 18.
Cicerón nos recordaba que en la guerra un espíritu fuerte y tenaz no debe doblegarse ante la adversidad aunque, ante todo, no debe perder el buen juicio y la razón para actuar con la máxima previsión, sólo circunstancias extremas, como la amenaza de la servidumbre o esclavitud, justificarían acudir al temerario enfrentamiento en el campo de batalla (off. 1, 80-81). Y esta última era la tesitura que se le planteaba a los turdetanos ante la amenaza fenicia:
Bellum autem ita suscipiatur, ut nihil aliud nisi pax quaesita videatur. Fortis vero animi et constantis est non perturbari in rebus asperis nec tumultuantem de gradu deici, ut dicitur, sed praesenti animo uti et consilio nec a ratione discedere. Quamquam hoc animi, illud etiam ingenii magni est, praecipere cogitatione futura et aliquanto ante constituere, quid accidere possit in utramque partem et quid agendum sit, cum quid evenerit, nec committere, ut aliquando dicendum sit "non putaram". Haec sunt opera magni animi et excelsi et prudentia consilioque fidentis; temere autem in acie versari et manu cum hoste confligere immane quiddam et beluarum simile est; sed cum tempus necessitasque postulat, decertandum manu est et mors servituti turpitudinique anteponenda.
---
En cuanto a la guerra, empréndase de tal manera que sea evidente que no se busca nada más que la paz. En verdad es propio de un alma valerosa y tenaz no turbarse en las cosas difíciles ni dejarse desalojar de su posición, como suele decirse, por perder la serenidad, antes bien hay que conservar la presencia de espíritu y la capacidad de pensar, y no perder la razón. Esto concierne al alma; y esto es propio asimismo de una gran inteligencia, a saber: prever el futuro por medio de la reflexión y determinar, con suficiente antelación, qué puede ocurrir en uno y otro sentido, qué habrá que hacer cuando sobrevengan ciertas cosas, y no exponerse a tener que decir un día “no había pensado en ello”. Tales son las obras de un alma grande y elevada, que confía en su prudencia y en su buen juicio. En cuanto al lanzarse temerariamente a la batalla y combatir con las propias manos contra el enemigo, es un rasgo de ferocidad semejante al de las bestias salvajes. Sin embargo, cuando las circunstancias y la necesidad lo exigen, hay que combatir con las propias manos y preferir la muerte a la servidumbre y el envilecimiento.
(Traducción de Francisco Samaranch, Marco Tulio Cicerón, Los deberes, Universidad de Puerto Rico, 1972)
En De oratore (2, 347, 1) repetía el arpinate que es digno del mayor elogio haber mantenido la dignidad en las circunstancias adversas: "retinuisse in rebus asperis dignitatem".
De Cicerón toma también Mariana la expresión “deplorare calamitatem”, claramente inspirada en el pasaje de la undécima Filípica (11, 6) en el que se igualan las atrocidades cometidas por Dolabela con las injusticias de Marco Antonio:
Cum hoc hoste bellandum est, cuius taeterrima crudelitate omnis barbaria superata est! Quid loquar de caede civium Romanorum, de direptione fanorum? Quis est, qui pro rerum atrocitate deplorare tantas calamitates queat? Et nunc tota Asia vagatur, volitat ut rex, nos alio bello distineri putat.
---
Este es el enemigo a combatir, el monstruo que sobrepuja en crueldad a cuanto pudo inventar la barbarie. ¿Qué decir de la matanza de ciudadanos romanos, del saqueo de los templos? ¿Quién es capaz de deplorar todas las calamidades producidas por hechos tan atroces? Y, sin embargo, Dolabela se está paseando por toda Asia con fausto regio, creyéndonos empeñados en otra guerra.
(Traducción de Juan Bautista Calvo, Marco Tulio Cicerón, Filípicas, Barcelona, Planeta, 1994)
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Muerte de Octavia, Anónimo holandés del siglo XVIII |
Llorar por las desgracias es un consuelo pasajero, “leue malorum… solamen”, como bien dice Octavia en la monodia inicial de la “praetextata” erróneamente atribuida a Séneca (OCTAVIA 65-71):
Me crudeli sorte parentes 65
Raptos prohibet lugere timor
Fratrisque necem deflere uetat,
In quo fuerat spes una mihi
Totque malorum breue solamen.
Totque malorum breue solamen.
Nunc in luctus seruata meos 70
Magni resto nominis umbra.
---
A mí el temor me impide lamentar a unos padres
Que la suerte cruel me ha arrebatado
Y que llore la muerte de mi hermano
En el que residía mi única esperanza,
Efímero consuelo de tantas desgracias.
Ahora sobrevivo para mis lamentos
Y soy sólo la sombra de un gran hombre.
Por supuesto, el general debe reprimir los lamentos de sus hombres cuando se ven atemorizados por la superioridad del enemigo. Así lo hace Lucio Marcio cuando el ejército romano se desploma una vez sabido que el cartaginés Asdrúbal había cruzado el Ebro y se dirigía contra él. La rabiosa reacción de los soldados no se hace esperar.
Ceterum postquam Hasdrubalem Gisgonis uenientem ad reliquias belli delendas transisse Hiberum et adpropinquare adlatum est signumque pugnae propositum ab nouo duce milites uiderunt, recordati quos paulo ante imperatores habuissent quibusque et ducibus et copiis freti prodire in pugnam soliti essent, flere omnes repente et offensare capita et alii manus ad caelum tendere deos incusantes, alii strati humi suum quisque nominatim ducem implorare. neque sedari lamentatio poterat excitantibus centurionibus manipulares et ipso mulcente et increpante Marcio, quod in muliebres et inutiles se proiecissent fletus potius quam ad tutandos semet ipsos et rem publicam secum acuerent animos et ne inultos imperatores suos iacere sinerent… (LIV. 25, 37, 8-10)
---
Pero cuando llegaron noticias de que Asdrúbal el de Gisgón, que venía con intención de liquidar lo que quedaba de resistencia, había cruzado el Ebro y se estaba acercando, y los soldados vieron que el nuevo general daba la señal para la batalla, se acordaron de los generales que tenían poco antes y de cómo eran los jefes y los ejércitos en los que estaban acostumbrados a depositar su confianza cuando marchaban al combate, y de pronto todos se pusierona a llorar y a mesarse la cabeza, y unos tendían sus manos al cielo echando la culpa a los dioses, y otros, tendidos en tierra, invocaban cada uno el nombre de su general. No se conseguía acallar las lamentaciones a pesar de que los centuriones trataban de levantarles los ánimos a los hombres de sus manípulos y el propio Marcio les hablaba con suavidad o los increpaba porque se entregaban a llantos inútiles y propios de mujeres en vez de tensar sus ánimos para defenderse a sí mismos y al mismo tiempo a la república y no dejar que sus generales quedaran sin venganza.
Porque, en cualquier caso, llorar y lamentarse es una acción propia de mujeres, no de hombres: “muliebri… ploratu” (LIV. 2, 33, 8), “muliebres fletus” (LIV. 5, 40, 3), “si se lamentis muliebriter lacrimisque dedet” (“si se abandona a lamentos y lágrimas como hacen las mujeres”, CIC. Tusc. 2, 48)…
Adflictusne et iacens et lamentabili voce deplorans audieris: "O virum fortem!"? Te vero ita adfectum ne virum quidem quisquam dixerit. (CIC. Tusc. 2, 32)
---
¿Cuando estás afligido, abatido y gimiendo con voz deplorable, vas oír: “¡Qué hombre fuerte!”? Si estás en un estado semejante, nadie dirá siquiera que eres un hombre.
Et, si verum quaerimus, in omnibus officiis persequendis animi est adhibenda contentio; ea est sola offici tamquam custodia. Sed hoc idem in dolore maxime est providendum, ne quid abiecte, ne quid timide, ne quid ignave, ne quid serviliter muliebriterve faciamus, in primisque refutetur ac reiiciatur Philocteteus ille clamor. Ingemescere non numquam viro concessum est, idque raro, eiulatus ne mulieri quidem. Et hic nimirum est "lessus", quem duodecim tabulae in funeribus adhiberi vetuerunt. Nec vero umquam ne ingemescit quidem vir fortis ac sapiens. (CIC. Tusc. 2, 55-56)
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Y si es la verdad lo que buscamos, la tensión del alma debe aplicarse al cumplimiento de todos los deberes; ella es, por así decirlo, la única custodia del deber. Pero en el caso del dolor debemos parar mientes particularmente en no hacer nada que sea abyecto, nada que sea cobarde, nada que sea indolente, nada que sea propio de un esclavo o de una mujer, y por encima de todo, rehusar y rechazar gritos como los de Filoctetes. Alguna vez, aunque raramente se le puede permitir a un hombre gemir, pero los gritos de dolor ni siquiera a una mujer. Éste es sin duda el grito de lamento cuyo uso prohibieron las Doce Tablas en los funerales. Pero un hombre fuerte y sabio nunca deja escapar un gemido…
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La muerte de Virginia, Charles Moreau (1796-1808), Colección particular |
Y es que, dice Tito Livio en el fragmento que narra la venganza de Virginio por la violación de su hija Virginia a manos del decénviro Apio Claudio, las mujeres son más débiles de espíritu.
Sequentes clamitant matronae, eamne liberorum procreandorum condicionem, ea pudicitiae praemia esse?— cetera, quae in tali re muliebris dolor, quo est maestior imbecillo animo, eo miserabilia magis querentibus subicit. (LIV. 3, 48, 8)
---
Las matronas les siguen preguntando a gritos si a esto está destinada la procreación de los hijos, y todo lo que en circunstancias semejantes les sugiere el dolor a las mujeres, más agudo porque son más débiles de espíritu, y por eso mismo más conmovedor en sus lamentos.
Podemos leer la iunctura "muliebri eiulatu" en Tácito (ann. 16, 10, 4) referida a la manera en que Politta, hija de Lucio Vétere, se dirigía al emperador Nerón pidiendo clemencia para con su padre, que había sido su colega en el consulado y ahora estaba condenado a muerte.
Et quia aditu Neronis prohibebatur, egressus obsidens, audiret insontem neve consulatus sui quondam collegam dederet liberto, modo muliebri eiulatu, aliquando sexum egressa voce infensa clamitabat, donec princeps immobilem se precibus et invidiae iuxta ostendit.
---
Y, como se le impedía el acceso a Nerón, acechando sus salidas le pedía a voces a quien era inocente y que no pusiera en manos de su libeto a quien fuera su colega en el consulado, unas veces con alaridos mujeriles, pero otras con voz amenazadora e impropia de su sexo, hasta que el príncipe se mostró inaccesible por igual a sus ruegos y a sus imprecaciones.
E incluso a la mujer, dice Séneca en su Consolación a su madre Helvia, le conviene dominar tales manifestaciones de dolor.
Lamentationes quidem et eiulatus et alia per quae fere muliebris dolor tumultuatur amoue; perdidisti enim tot mala, si nondum misera esse didicisti. Ecquid uideor non timide tecum egisse? nihil tibi subduxi ex malis tuis, sed omnia coaceruata ante te posui. Magno id animo feci; constitui enim uincere dolorem tuum, non circumscribere. (SEN. dial. 12, 3-4)
---
Rechaza de ti los sollozos, lamentos y agitadas manifestaciones que de ordinario lleva consigo el dolor de la mujer; porque habrás perdido todo el provecho de tantos males si no has aprendido aún a ser desgraciada. ¿Ves acaso que te trato con timidez? Nada he suprimido de tus males; todos te los he presentado ante los ojos, haciéndolo con resolución, porque pretendo triunfar de tu dolor y no atenuarlo.
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sábado, noviembre 16, 2013
Una fábula de Fedro
Appendix XV. "Vidua et miles"
Quanta sit inconstantia et libido mulierum
Per aliquot annos quaedam dilectum uirum
Amisit et sarchophago corpus condidit;
A quo reuelli nullo cum posset modo
Et in sepulchro lugens uitam degeret,
Claram assecuta est famam castae coniugis.
Interea fanum qui compilarant Iouis,
Cruci suffixi luerunt poenas numini.
Horum reliquias ne quis posset tollere,
Custodes dantur milites cadauerum,
Monumentum iuxta, mulier quo se incluserat.
Aliquando sitiens unus de custodibus
Aquam rogauit media nocte ancillulam,
Quae forte dominae tunc adsistebat suae
Dormitum eunti; namque lucubrauerat
Et usque in serum uigilias perduxerat.
Paulum reclusis foribus miles prospicit,
Videtque egregiam facie pulchra feminam.
Correptus animus ilico succenditur
Oriturque sensim ut impotentis cupiditas.
Sollers acumen mille causas inuenit,
Per quas uidere posset uiduam saepius.
Cotidiana capta consuetudine
Paulatim facta est aduenae submissior,
Mox artior reuinxit animum copula.
Hic dum consumit noctes custos diligens,
Desideratum est corpus ex una cruce.
Turbatus miles factum exponit mulieri.
At sancta mulier "Non est quod timeas" ait,
Virique corpus tradit figendum cruci,
Ne subeat ille poenas neglegentiae.
Sic turpitudo laudis obsedit locum.
Apéndice, XV. "La viuda y el soldado"
Cuánta es la veleidad y la lujuria de las mujeres
A su marido, amado durante algunos años, cierta mujer
Perdió, y depositó el cuerpo en su sarcófago.
De éste no pudiendo ser arrancada en modo alguno,
Y puesto que pasaba su vida llorando en el sepulcro,
Ganó la brillante fama de casta esposa.
Entre tanto, quienes habían saqueado el templo de Júpiter
Pagaron su afrenta al dios clavados en la cruz.
Y para que nadie pudiera llevarse sus despojos,
Se ponen soldados como guardas de los cadáveres,
Junto a la tumba donde se había encerrado la mujer.
En cierta ocasión, uno de los vigilantes, que tenía sed,
Pidió agua a media noche a la esclavita
Que casualmente en ese momento estaba asistiendo a su señora,
Que se disponía a dormir, pues había pasado la noche en vela
Y había prolongado su vigilia hasta tarde.
Tras abrir un poco las puertas, echa un vistazo el soldado
Y ve a la distinguida mujer de hermoso rostro.
Su arrebatado corazón allí mismo se enciende
Y surge poco a poco la pasión de quien no puede contenerse.
Su ingeniosa agudeza mil pretextos encuentra
Para poder ver a la viuda más a menudo.
Y cautivada ella por la diaria la costumbre,
Se fue volviendo más sumisa al forastero;
Luego una unión más estrecha encadenó su corazón.
Mientras el diligente guardián pasa allí sus noches,
Se echó en falta el cuerpo de una cruz.
Trastornado, expone el soldado lo sucedido a la mujer,
Y la respetada mujer le dice: "No hay por qué temer";
Y le entrega el cuerpo de su marido para clavarlo en la cruz,
A fin de que él no sufra castigo por su negligencia.
De esta manera la desvergüenza ocupó el lugar de la honra.
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Ilustración de Norman Lindsay para El Satiricón de Petronio (New York, Liveright, 1922) |
Quanta sit inconstantia et libido mulierum
Per aliquot annos quaedam dilectum uirum
Amisit et sarchophago corpus condidit;
A quo reuelli nullo cum posset modo
Et in sepulchro lugens uitam degeret,
Claram assecuta est famam castae coniugis.
Interea fanum qui compilarant Iouis,
Cruci suffixi luerunt poenas numini.
Horum reliquias ne quis posset tollere,
Custodes dantur milites cadauerum,
Monumentum iuxta, mulier quo se incluserat.
Aliquando sitiens unus de custodibus
Aquam rogauit media nocte ancillulam,
Quae forte dominae tunc adsistebat suae
Dormitum eunti; namque lucubrauerat
Et usque in serum uigilias perduxerat.
Paulum reclusis foribus miles prospicit,
Videtque egregiam facie pulchra feminam.
Correptus animus ilico succenditur
Oriturque sensim ut impotentis cupiditas.
Sollers acumen mille causas inuenit,
Per quas uidere posset uiduam saepius.
Cotidiana capta consuetudine
Paulatim facta est aduenae submissior,
Mox artior reuinxit animum copula.
Hic dum consumit noctes custos diligens,
Desideratum est corpus ex una cruce.
Turbatus miles factum exponit mulieri.
At sancta mulier "Non est quod timeas" ait,
Virique corpus tradit figendum cruci,
Ne subeat ille poenas neglegentiae.
Sic turpitudo laudis obsedit locum.
Apéndice, XV. "La viuda y el soldado"
Cuánta es la veleidad y la lujuria de las mujeres
A su marido, amado durante algunos años, cierta mujer
Perdió, y depositó el cuerpo en su sarcófago.
De éste no pudiendo ser arrancada en modo alguno,
Y puesto que pasaba su vida llorando en el sepulcro,
Ganó la brillante fama de casta esposa.
Entre tanto, quienes habían saqueado el templo de Júpiter
Pagaron su afrenta al dios clavados en la cruz.
Y para que nadie pudiera llevarse sus despojos,
Se ponen soldados como guardas de los cadáveres,
Junto a la tumba donde se había encerrado la mujer.
En cierta ocasión, uno de los vigilantes, que tenía sed,
Pidió agua a media noche a la esclavita
Que casualmente en ese momento estaba asistiendo a su señora,
Que se disponía a dormir, pues había pasado la noche en vela
Y había prolongado su vigilia hasta tarde.
Tras abrir un poco las puertas, echa un vistazo el soldado
Y ve a la distinguida mujer de hermoso rostro.
Su arrebatado corazón allí mismo se enciende
Y surge poco a poco la pasión de quien no puede contenerse.
Su ingeniosa agudeza mil pretextos encuentra
Para poder ver a la viuda más a menudo.
Y cautivada ella por la diaria la costumbre,
Se fue volviendo más sumisa al forastero;
Luego una unión más estrecha encadenó su corazón.
Mientras el diligente guardián pasa allí sus noches,
Se echó en falta el cuerpo de una cruz.
Trastornado, expone el soldado lo sucedido a la mujer,
Y la respetada mujer le dice: "No hay por qué temer";
Y le entrega el cuerpo de su marido para clavarlo en la cruz,
A fin de que él no sufra castigo por su negligencia.
De esta manera la desvergüenza ocupó el lugar de la honra.
La historia de la honrada viuda que encuentra consuelo en un desconocido pertenece a la tradición oriental y, en el mundo clásico, se encuentra documentada también en Esopo y El Satiricón. Luego pasará con éxito a la literatura misógina medieval.
Fragmento de la película El Satiricón, de Federico Fellini (1969)
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jueves, noviembre 07, 2013
Historias de Medina Sidonia (XV)
La leyenda de Baucio Caropo (VIII)
La caracterización de Baucio Caropo como héroe épico se redondea en la versión de la leyenda que aparece en las Historiae de rebus Hispaniae Libri XXX (lib. I, cap. XVIII) del padre Juan de Mariana, publicada en Toledo en 1592 (Io. Marianae Hispani. e Socie. Iesv, Historiae…, Toleti, Typis Petri Roderici) y que él mismo tradujo en 1601 (Historia general de España. Compuesta primero en latin, después vuelta en castellano por…, doctor Theologo, de la Compañia de Jesus, Toledo, Pedro Rodriguez, 2 t.). Y es que, junto a su valor y destreza en la batalla, el héroe clásico añade como elemento complementario de su sabiduría la virtud de la elocuencia. Así, el anciano Fénix respondía a Aquiles, una vez que éste le invitaba a abandonar con él las costas de Troya, que no podría quedarse allí solo, sin su hijo querido, a quien había enseñado por orden de Peleo a “ser elocuente en los dichos y pronto en los hechos”.
μύθων τε ῥητῆρ᾽ ἔμεναι πρηκτῆρά τε ἔργων. (Il. 9, 443)
Los discursos en la Ilíada del propio Aquiles, de Néstor, Odiseo o Agamenón son buenos ejemplos del bien hablar del héroe, hasta tal punto que el retórico Quintiliano considera a Homero padre de la elocuencia, puesto que de todas sus partes dio ejemplo.
omnibus eloquentiae partibus exemplum et ortum dedit. (QVINT. inst. 10, 1, 46)
En la obra del padre Mariana Baucio Caropo es denominado Baucio Capeto, y lidera la reacción de los turdetanos contra los abusos de los fenicios, una vez que, partiendo de Cádiz, éstos se hicieron fuertes en el interior tras la construcción del templo-fortaleza de Hércules en Medina Sidonia. Los mandatarios de los pueblos indígenas se reúnen en una asamblea y, frente al miedo que aturde a la mayoría, se alza la voz del príncipe de los turdetanos en una arenga inspirada en los dicursos de la historiografía clásica: Tucídides, Salustio, Tito Livio…
Tantis iniurijs laesa prouincialium patientia, & nouae vrbis incrementa suspecta habentes finitimi, bello Gaditanos lacessere constituunt concilio gentis ad diem certam indicto. In eo conuentu Phoenicum iniurias conquesti sunt. Vt semel Asidoniae templum aedificare cepissent, iugum prouinciae ceruicibus impositum grauissimum. Homines esse auaritia insatiabili, crudelitate maxima, ex fraude & arrogantia compositos. in religionis simulatione inexpiabiles fraudes, immania scelera contegere. Non posse diutius eorum iniurias sustineri nisi quid auxilij in mutuo gentis consensu sit, vniuersis domo emigrandum. aliud domicilium, alias a Phoenicibus disiunctas sedes petendas. Quiduis perpeti fore satius quam tantas & tam frequentes iniurias contumeliasque tolerare. Haec verba multorum excussere gemitus, expressere lacrymas. Sed silentio tamen facto, Baucius Capetus Turdetanorum Princeps. “Mollis, inquit, & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen, turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas. Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia? Neque erit difficile paucos perduelliones de vniuersae prouinciae finibus exturbare: si qui numero, viribus, & causa potiores sumus, animorum concordiam adiungamus, mutuis iniurijs communi patriae condonatis caritati: ne quod hactenus euenit, conceptae animis simultates cursum verae laudis impediant. Violari numen nostris iniurijs vindicandis nemo sibi persuadeat: nam fauere sceleri non solet, & iniuria potius oppressis opitulari aequius est. Diuturnam hostium felicitatem metuere non debetis: sed illud potius cogitare consuesse deos, quorum scelera vlcisci volunt, ijs interdum res secundas & diuturnam impunitatem dare. Ituri in arma modo maiores vestros & posteros cogítate: ne obliti sanguinis vestri, nepotum contumelias & commoda neglexisse videamini”. Hac oratione cuncti, qui aderant, animis inflammati, vno consensu bellun contra Phoenices decernunt. Duces delecti, iisque imperatum quàm maximos delectus militum, & quàm occultissime habere: quò hostes imparati facilius opprimerentur. Totius belli summa Baucio demandatur: quem exactae prudentiae opinio, virtus bellica, multarum rerum vsus ad populum commendabat. Collecto per eum modum numeroso exercitu Phoenices inopinantes locis omnibus oppressi.
Lo que haze a nuestro proposito es, que con tan grandes injurias se acabò la paciencia a los naturales, que tenian por sospechoso el grande augmento de la nueua ciudad. Trataron desto entre si: determinaron de hazer guerra a los de Cadiz: tuuieron sobre ello y tomaron su acuerdo en vna junta que en dia señalado hizieron: en el qual se quexaron delas injurias de los Phenicios. Despues que les permitieran edificar el templo que se dixo estar en Medina Sidonia, auer echado grillos a la libertad, y puesto vn yugo grauisimo sobre las ceruices de la prouincia, como hombres que eran de auaricia insaciable, de grande crueldad y fiereza, compuestos de embustes y de arrogancia, gente impia y maldita, pues con capa de religion pretendian encubrir tan grandes engaños y maldades. Que no se podian sufrir mas sus agrauios. si en aquella junta no auia algun remedio y socorro, que serian todos forçados, dexadas sus casas, buscar otras moradas y assiento apartado de aquella gente: pues mas tolerable seria padecer qualquiera otra cosa, que tantas indignidades y afrentas como suffrian ellos, sus mugeres, hijos, y parientes. Estas y semejantes razones, en muchos fueron causa de gemidos y lagrimas. Mas sossegado el sentimiento, y hecho silencio, Baucio Capeto, principe que era de los Turdetanos. “De animo (dize) couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias, y fuera de las lagrimas no poner algun remedio a la desuentura y trabajos. [¿] Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas? No serà difficultoso echar de toda la prouincia vnos pocos de ladrones, si los que en numero, esfuerço, y causa les hazemos ventaja, juntamos con esto la concordia de los animos. Para lo qual hagamos presente y gracia de las quexas particulares que vnos contra otros tenemos a la patria comun, porque las enemistades particulares no sean occasion de impedirnos el camino de la verdera [sic] gloria. Demas desto no deueys pensar que en vengar nuestros agrauios se offende Dios y la religion, que es el velo de que ellos se cubren. Ca el cielo ni suele fauorecer a la maldad, y es mas justo persuadirse acudira a los que padecen injustamente: ni ay para que temer la felicidad y buena andança de que tanto tiempo gozan nuestros enemigos: antes deueys pensar que Dios acostumbra dar mayor felicidad, y sufrir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien pretende tomar mas entera vengança, y en quien quiere hazer mayor castigo, para que sientan mas la mudança, y miseria en que caen”. Encendieronse con este razonamiento los coraçones de los que presentes estauan, y de comun consentimiento se decreto la guerra contra los Phenicios. Nombraronse capitanes, a los quales fue mandado que hiziessen las mayores juntas de soldados, y lo mas secretamente que pudiessen, para que tomassen al enemigo desapercebido y la victoria fuesse mas facil. A Baucio encomendaron el principal cuydado de la guerra, por su mucha prudencia y edad a proposito para mandar, y por ser muy amado del pueblo. Con esta resolucion juntaron vn gruesso exercito.
Lo que haze a nuestro proposito es, que con tan grandes injurias se acabò la paciencia a los naturales, que tenian por sospechoso el grande augmento de la nueua ciudad. Trataron desto entre si: determinaron de hazer guerra a los de Cadiz: tuuieron sobre ello y tomaron su acuerdo en vna junta que en dia señalado hizieron: en el qual se quexaron delas injurias de los Phenicios. Despues que les permitieran edificar el templo que se dixo estar en Medina Sidonia, auer echado grillos a la libertad, y puesto vn yugo grauisimo sobre las ceruices de la prouincia, como hombres que eran de auaricia insaciable, de grande crueldad y fiereza, compuestos de embustes y de arrogancia, gente impia y maldita, pues con capa de religion pretendian encubrir tan grandes engaños y maldades. Que no se podian sufrir mas sus agrauios. si en aquella junta no auia algun remedio y socorro, que serian todos forçados, dexadas sus casas, buscar otras moradas y assiento apartado de aquella gente: pues mas tolerable seria padecer qualquiera otra cosa, que tantas indignidades y afrentas como suffrian ellos, sus mugeres, hijos, y parientes. Estas y semejantes razones, en muchos fueron causa de gemidos y lagrimas. Mas sossegado el sentimiento, y hecho silencio, Baucio Capeto, principe que era de los Turdetanos. “De animo (dize) couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias, y fuera de las lagrimas no poner algun remedio a la desuentura y trabajos. [¿] Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas? No serà difficultoso echar de toda la prouincia vnos pocos de ladrones, si los que en numero, esfuerço, y causa les hazemos ventaja, juntamos con esto la concordia de los animos. Para lo qual hagamos presente y gracia de las quexas particulares que vnos contra otros tenemos a la patria comun, porque las enemistades particulares no sean occasion de impedirnos el camino de la verdera [sic] gloria. Demas desto no deueys pensar que en vengar nuestros agrauios se offende Dios y la religion, que es el velo de que ellos se cubren. Ca el cielo ni suele fauorecer a la maldad, y es mas justo persuadirse acudira a los que padecen injustamente: ni ay para que temer la felicidad y buena andança de que tanto tiempo gozan nuestros enemigos: antes deueys pensar que Dios acostumbra dar mayor felicidad, y sufrir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien pretende tomar mas entera vengança, y en quien quiere hazer mayor castigo, para que sientan mas la mudança, y miseria en que caen”. Encendieronse con este razonamiento los coraçones de los que presentes estauan, y de comun consentimiento se decreto la guerra contra los Phenicios. Nombraronse capitanes, a los quales fue mandado que hiziessen las mayores juntas de soldados, y lo mas secretamente que pudiessen, para que tomassen al enemigo desapercebido y la victoria fuesse mas facil. A Baucio encomendaron el principal cuydado de la guerra, por su mucha prudencia y edad a proposito para mandar, y por ser muy amado del pueblo. Con esta resolucion juntaron vn gruesso exercito.
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