miércoles, mayo 27, 2009

José Emilio Pardo (XI)


La botica de Binondo




La acogida en Manila

Como era de esperar, la escuadra española, con la Numancia al frente, fue recibida con todos los honores en la capital de Filipinas. Cuenta José Emilio Pardo en su Diario (22 de octubre de 1866):

Buena acogida tuvimos en Manila. El Ayuntamiento en cuerpo y con sus maceros vino a saludarnos a bordo (caso nunca practicado por dicha corporación); y el comercio nos hizo un fastuoso y abundante regalo de vacas, cerdos, vino, tabaco, frutas, etc., en tal abundancia, que se emplearon más de dos horas en embarcarlo. Hubo fiestas religiosas, bailes, arcos triunfales, etc., etc.

En carta a sus padres precisa los regalos de los comerciantes: "Entre otras cosas venían veinte vacas, doce cerdos gordos, cuatro mil puros, diez pipas de vino y diez de cerveza, veinte damajuanas de anisado, etc." Pero el que pareció más simpático a nuestro marino fue la invitación del farmacéutico Juan García Baden, "hijo de Cádiz, anciano de edad pero mozo de genio y patriota de corazón". He aquí la esquela que recibieron los oficiales de la Numancia.

¡VIVA ISABEL II!
¡LEPANTO, TRAFALGAR, CALLAO!
¡LOOR A LA MARINA ESPAÑOLA!


A los señores Jefes y Oficiales de la Armada Española se les invita para un rato de solaz y confianza, con un brindis por las Glorias Nacionales alcanzadas ante los muros del Callao, y que tan alto han puesto el honor del Glorioso Pabellón Español, con tanto heroismo ostentado.
Con este motivo se ofrece de V. afectísimo S. S. Q. S. M. B.

Juan García Baden

En los altos de la Botica de Binondo a las siete de la noche del lunes 15 del actual. Manila, 14 de octubre 1866.

Por supuesto que nuestros marinos acudieron a la fiesta en la botica, que no defraudó sus expectativas. Corrieron abundantemente jerez y manzanilla, hasta tal punto que ni siquiera se enteraron del huracán que esa noche arrasó la ciudad.

El anciano Baden fue el rey de la broma, de la animación y del entusiasmo. El termómetro moral subió tanto, que baste decir que aquella noche reinó en Manila un terrible huracán que arrancó árboles, perdió buques y arruinó casas; y ya sea por las condiciones acústicas de la morada del señor Baden, por la buena calidad del jerez con que nos obsequió, o por otro motivo, lo cierto es que ninguno de los convidados se enteró del suceso hasta el siguiente día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...