viernes, mayo 22, 2009

José Emilio Pardo (IX)





























Danzas tahitianas
Una de las cosas que más llamó la atención de José Emilio Pardo, y la de sus compañeros de la Numancia, fueron las características danzas de los otaitianos. Así las describe:

Los bailes son provocativos y desenfrenados. Pies, manos, cintura, ojos, boca… todo se mueve; concluyen con una carcajada. Cuando la pareja es de hombre y mujer sube de punto el color verde de la danza: la mayor parte de las canciones son improvisadas y las dedican a los extranjeros o amigos que tienen delante.

Como contaba Moana, un fornido bailarín tahitiano a quien conocí en una reciente sesión de dibujo del natural, la música, el canto y la danza forman parte esencial de cultura polinesia. Para el isleño es motivo de orgullo poder mostrar las costumbres de sus mayores al mundo occidental, por eso quienes, como él, practican las danzas tradicionales y conocen su significado tienen que esforzarse en que los niños, desde la tierna infancia, aprendan los movimientos rituales. Moana pasa parte del año trabajando en un parque temático de Cataluña y otra parte viajando, ofreciendo su espectáculo en fiestas y ferias. Su rostro siempre muestra alegría.

Entre los bailes destacan la otea, una danza guerrera; la aparima, danza mimada en la cual las manos juegan un gran papel; el hivinau; y la paoa. Los instrumentos empleados para el acompañamiento musical son los toere, tambores; la flauta nasal o vivo; y el pu, especie de concha marina. En las aparimas se emplean los ukeleles hawaianos y guitarras. Los danzantes visten el more, la falda de fibras de purau; las chicas lucen pareo y una corona de flores en las aparimas. Siempre van descalzos.

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