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Tarjeteo pascual (y III)
Yo trato (y supongo que Vm. también tratará) a gentes que tienen el inocente vicio de pregonar sus conocimientos y amistades con personas de cuenta. Del Duque Tal, asegura uno de estos prójimos que no lo trata, pero que es íntimo amigo de su cuñado Perico Tal; del Marqués de Cual, resulta (aun cuando no lo conoce) hasta pariente, por ser sobrino político de su prima Juanita Ponce; con el Ministro Fulano tiene bonísimas relaciones desde que intimaron hace tres años en un viaje desde Madrid a Aranjuez; con el senador Mengano estuvo dos días en los baños de Carratraca;(1) con el poeta Zutano comió cierta vez en la mesa redonda del Hotel París,(2) etc., etc., etc.
Fundándose en estas relaciones, que pudiéramos llamar de milímetro, entre los centenares de tarjetas que reciben las notabilidades políticas, literarias y aristocráticas, se cuentan las de los pobres diablos a quienes aludo. Claro es que el secretario que abre y despacha semejante correspondencia, contesta en el acto a la cortesía de todos estos Juanes Fernández, los cuales se muestran luego ufanos y vanagloriosos con poner en la tanda de su bandeja de tarjetas las que llevan los nombres de casi todos los DUQUES, CONDES, MARQUESES, POETAS, BANQUEROS, SENADORES y MINISTROS a quienes han felicitado.
Lejos de mi ánimo vituperar semejante conducta. Pero como hay diferentes opiniones y diferentes gustos, yo no mando tarjetas de Pascua a mis amigos, porque ellos saben que siempre se las deseo venturosas y felices. Tampoco se las envío a mis conocidos, porque a ellos debe importarles un bledo que me acuerde o no me acuerde de sus personas. Esto no impide que agradezca y conteste en el acto a cuantas felicitaciones recibo. Para decirlo en pocas palabras, si no soy abad que canta, soy sacristán que responde. El Dominus vobiscum que llegue a mis oídos tiene de seguida su et cum spiritu tuo si recuerdo el domicilio del oficiante, o su requiescat in pace cuando no lo recuerdo.
Y como reconozco que con tal sistema llegaría a extinguirse la costumbre porque nadie tomaría la iniciativa, entiendo que ni los aficionados ni el público deben imitarlo, pues en resumidas cuentas lejos de causar perjuicios, el tarjeteo produce, además de sus ventajas morales, provecho material
A LOS FABRICANTES DE PAPEL Y DE SOBRES,
A LOS LITÓGRAFOS
y A LA RENTA DE CORREOS.
Es cuanto sabe y puede decir a Vm. sobre el tema consultado su amigo y servidor, q. l. b. l. m. y que (por excepción) le felicita en las próximas Pascuas.
El Doctor Thebussem.
Medina Sidonia
(1) El célebre balneario malagueño mandado construir por Fernando VII e inaugurado en 1855, que acogió a gran parte de las personalidades del momento.