Primer ómnibus, ideado por George Shillibeer en 1827. Tomado de http://en.wikipedia.org |
El número 1248, otro cuento gaditano de Thebussem (y III)
―Señores, ¡al coche, que es tarde! ―gritó el mayoral.
Entramos en el ómnibus. Aunque el tío Currito se repuso pronto y no iba alicaído, ninguno de los hombres quiso recordar la escena del ventorrillo, pero una moza de cántaro exclamó:
―Tío Currito, ¡bien han camelado a Vm. para comprarle el billete! Creí que era Vm. hombre de agallas, y me sale usted un bobalicón. ¡Digo, haber vendido su suerte! ¡Qué lástima!
―¡Señora! ¿Qué está Vm. diciendo?
―Pues, hijo, lo que Vm. oye; que es una lástima lo que ha pasado: eso es lo que estoy diciendo y lo que repito, por si es Vm. tardo del oído.
―Comadre, no se sulfure Vm. Muy verdad que es una lástima lo que ha sucedido, pero esa lástima no me la aplique Vm. a mí; ¡guárdela Vm. para el Chato cuando esta noche se cale las antiparras(1) y vea que el medio billete compañero de éste (y volvió a sacarlo con ligereza de su cartera) es de la lotería que se jugó hace tres meses! ―Señora ―continuó diciendo el orador con sorna y en medio de la sorpresa del auditorio―, para dispensar lástimas es necesario tentarse la ropa, andar con pies de plomo y tener muchísimo cuidado.
El Doctor Thebussem
Huerta de Cigarra