jueves, febrero 28, 2013

Thebussem (XLII)



Cabecera del cuento en la edición de la "Colección Elzevir"

Un papagayo (historia verdadera), una crítica thebussiana al estamento militar y a la sociedad del momento ( y III)


Entre los jefes y oficiales de la guarnición de Sevilla cayó como una bomba la repentina marcha de Ruiz. Semejante suceso no tenía explicación lógica. Los curiosos se devanaban los sesos por hallar la clave del enigma. El coronel manifestó, en carta, a uno de sus compañeros, que el traslado obedecía a la falta de salud de su esposa. Semejante argumento fue calificado por unanimidad de razón de pie de banco.

El café del Recreo, de Sevilla, se hallaba por aquellos tiempos en la plaza del Duque, esquina a la calle de Armas, o sea, en la casa que hoy ocupa mi excelente amigo el señor Duque de T´Serclaes.(1) Allí concurría un grupo de militares, de los que era caporal el capitán Orellana. Hubiera sido éste hábil jefe de policía o buen juez instructor, según lo perito que era en descubrir el origen de los acontecimientos más embrollados y misteriosos.

Llega una tarde el capitán falto de aliento, casi sin poder hablar, y en voz entrecortada manifiesta que ya se conoce el motivo del traslado de Ruiz.

―¡Diga usted…, diga usted! ―exclamaron los oyentes.

―Allá voy, descansaré un poco. He venido a escape desde el cuartel… Juan ―dijo al mozo―, café , copa y puro.

Servida que fue su demanda, soltó la voz a semejantes razones:

―Ustedes saben, como yo y como todo el mundo, lo tirante que ha sido siempre Ruiz con los asentistas. Diariamente pesaba el pan, y el tocino, y el arroz, y los garbanzos, y el queso, y en fin, todo. Como es honrado a carta cabal, y además rico por su casa, no parte peras con nadie. O se cumplen las contratas al pie de la letra, o su multa y a la calle. Aquí les apretó el corpiño a los proveedores, y ellos, como gente de dinero, mandaron comisarios a Madrid, han gastado seis u ocho mil duros en la corte, y Ruiz ha ido a quitarse las moscas a Zaragoza. Y todo esto, que lo sé de buena tinta, es la purísima verdad.

Discutido, y después de algunas ligeras observaciones, se aprobó y creyó por unanimidad el informe de Orellana, mientras que éste, con gran delectación y contento, saboreaba su café, su copa y su puro.

EPÍLOGO

Poco, muy poco, extremadamente poco, fue el cierto del capitán. Ni los apoderados de los asentistas se movieron de Sevilla, ni repartieron miles de duros en Madrid. El regalo dedicado a Perico Sánchez, oficial de la sombrerería de Calvo, por sus ensayos de ventrílocuo simulando que charlaba el loro de la casa frontera, fue tan solo de una botella de aguardiente de Cazalla.

El Doctor Thebussem.



Medina Sidonia, diciembre de 1898 años.



(1) Juan Pérez de Guzmán y Boza, II Duque de T´Serclaes (Jerez de los Caballeros, 1852- San Sebastián, 1934), ostentó este título desde 1877. Contrajo matrimonio en 1882 con María de los Dolores Sanjuán y Garvey, que le dio diez hijos. Licenciado en Derecho, fue senador por Badajoz y gentilhombre de cámara de Su Majestad, Gran Cruz de Carlos III, ministro consejero de las órdenes militares y teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla (1913); gran bibliófilo, bibliógrafo y mecenas literario, fue también miembro fundador de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces (1869), académico de la Real de Buenas Letras de Sevilla (1892) y de la Real Academia de la Historia (1909). Alfonso Guajardo-Fajardo y Alarcón, “Don Juan Pérez de Guzmán, duque de T´Serclaes, maestrante y académico”, en http://institucional.us.es/revistas/rasbl; http://www.fundacionmedinaceli.org.
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