martes, agosto 28, 2012

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (XXXII)

El Café, José Jiménez Aranda (1889), Colección particular
Viva la Pepa (II)

ACTO II

Escena 1

Miguel Montes de Oca y Antonio José Galindo (ambos de unos 40 años)

Sentados en una mesa de la posada. Son las cuatro de la tarde del 28 de agosto.

Antonio José Galindo: Sepa, don Miguel, que es voluntad de las Cortes y la Regencia que la Constitución promulgada en Cádiz el pasado día de San José se jure y proclame en todos los pueblos y ciudades del Reino.

Miguel Montes de Oca: Tenía noticia de ello.

Antonio José Galindo: Para tal menester se me ha dado comisión con el cargo de juez interino de primera instancia. Y permaneceré en la ciudad presidiendo su Ayuntamiento hasta que no se elija el que manda la Constitución.

Miguel Montes de Oca: Disponga usted, pues.

Antonio José Galindo: Mi intención es reunir mañana a los regidores y a la junta municipal que nombraron los franceses para suspender sus actividades tal como decretaron las Cortes el día 11.

Miguel Montes de Oca: Ningún problema ha de haber en ello, que todos aceptaron sus encargos porque no les quedó otro remedio. Y todos esperaban con ansia el momento de la liberación del yugo extranjero.

Antonio José Galindo: Ando ya redactando una proclama para felicitar al pueblo por ello y anunciar la buena nueva de la Constitución, que ha de traer la prosperidad y la verdadera justicia a las Españas.

Miguel Montes de Oca: ¿Y el traspaso de poderes?

Antonio José Galindo: Mañana mismo se hará en el cabildo, y enseguida se anunciará a la ciudad mediante edicto. La voluntad de las Cortes es que todos los empleados del gobierno intruso, de cualquier clase y condición, respondan ante un tribunal de justicia de sus actuaciones, y éste juzgue si podrán participar de las ventajas del nuevo régimen.

Miguel Montes de Oca: Un proceso de purificación… creo que lo llaman.

Antonio José Galindo: Así es, don Miguel… Con todo, necesitaré a algunas personas dispuestas a ayudarme en las primeras urgencias y en el mantenimiento del orden público.

Miguel Montes de Oca: Creo que nada puede reprocharse a los alguaciles y oficiales del juzgado. Pero, ya le dirán…

Antonio José Galindo: ¿Y para restablecer el correo con La Isla?

Miguel Montes de Oca: Cuente usted con Trujillo, que lleva años ocupándose de ello.

Antonio José Galindo: Y con usted, ¿puedo contar con usted para organizar los actos que han de celebrarse?

Miguel Montes de Oca: No podría negarme a festejar los deseos de concordia que anuncia esta religiosa Constitución a la Monarquía Española.
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