IOS. B. I. 2,124-127
(No tienen una sola ciudad sino que en cada una de ellas viven muchos como si de emigrantes se tratara. A los miembros de la secta que llegan de otra parte se les ofrecen todas las cosas, que tienen igual que si fueran de su propiedad, y entran en casa de los que no habían visto antes, como si fueran sus familiares.
Por eso también hacen sus viajes sin llevar absolutamente nada, solamente armados contra los bandidos. Y en cada ciudad se señala especialmente un vigilante del grupo de extranjeros para que administre sus ropas y provisiones.
La vestimenta y el porte de sus cuerpos es igual al de los niños que son educados con miedo. No se cambian ni de ropa ni de calzado hasta que están hechos pedazos por todas partes o gastados por el tiempo.
Y entre ellos ni compran ni venden nada, sino que dando cada uno al que lo necesita lo que tiene, recibe a cambio lo que necesita de aquél. Y además, es libre para ellos el uso del trueque con los que quieran.)