domingo, abril 19, 2009

Esculturas romanas (I)























Un retrato de Agripina (I)


En el Catálogo Monumental de España correspondiente a la provincia de Cádiz, elaborado entre 1908 y 1909 por Enrique Romero de Torres aunque publicado en 1934, la lámina LXIV ofrece una reproducción fotográfica de una escultura romana de Medina Sidonia en la que se combinaban dos elementos procedentes de piezas diferentes, a juicio del investigador: una "estatua senatorial de mármol", a la que faltaba la mano izquierda, y una cabeza, igualmente de mármol, de proporciones ligeramente mayores a las del cuerpo. Romero de Torres apuntaba que la pieza, en el estado en que se presentaba en la imagen, se custodiaba "con todo el aprecio que merece tan notable obra, en el patio de la casa que fue de doña Francisca Velázquez de Martínez, hoy propiedad de don Joaquín Enrile".
Joaquín María Enrile y Méndez fue el editor, como todos sabemos, de la Historia de la ciudad de Medina Sidonia del Doctor Francisco Martínez y Delgado (1875). Asumió esta tarea atendiendo a la disposición testamentaria de su tío Jerónimo Martínez Enrile, sobrino a su vez del vicario historiador y esposo de Francisca Velázquez y Gómez, en cuya casa de la calle San Juan número 13 -que había sido propiedad del vicario Martínez y donde precisamente falleció- se encontraba la estatua.
Era, pues, necesario acudir a la obra del vicario Martínez (1735-1804) por si en ella aparecían noticias sobre la estatua que se conservó en "su patio". Y, efectivamente, en las páginas 38 y 39 dedicaba un buen espacio a la misma. Sobre el cuerpo dice:
En el mes de mayo del año de 1773, abriéndose los cimientos para una casa que hacía labrar don Pedro Parra y Arcos, presbítero, al principio de la calle de La Loba, junto al Convento de San Cristóbal, se halló una estatua togada de mármol blanco de dos varas y tres dedos de alto. Está primorosamente trabajada: se percibe bien la finura de su ropaje, y por su transparencia se señalan con tanta propiedad las piernas y músculos como si estuviera desnuda. Conservan mucha hermosura la muñeca y mano derecha; con tres dedos de ésta recoge un poco el ropaje, y con el índice señala el pecho izquierdo que descubre con esta acción. Esta circunstancia dio motivo para juzgar que era estatua de mujer, pero lo repugna el ropaje y lo pequeño que se advierte ser el pecho. Le falta la cabeza y mano izquierda que no se hallaron; pero sí varios fragmentos del pedestal y columnas donde estaría colocada, y en lo que falta habría sin duda inscripción dedicatoria.
Sobre la cabeza apunta a continuación:
Pocos meses antes, descombrando terreno para obrar en la cerca del Convento de San Francisco, como a un tiro de fusil del sitio donde se encontró la citada estatua, se había hallado una cabeza de la misma materia, a la que nada le falta si no es parte de una oreja y un poco de la punta de la nariz. Está peinada toda de rizos cortos a la manera que se usó en la mediación de este siglo, y se llamaba peinado "a la borreguilla", o más cultamente "a la romana". Parece ser de hombre, y quizás la de dicha estatua. Para juzgarlo así hay fundamento en la proporción e inmediación del sitio donde se hallaron y la exactitud con que se ajusta a la estatua.
Según el vicario Martínez, por tanto, el cuerpo pertenecía a una estatua masculina, y la cabeza, que tan bien se le ajustaba en su opinión, podía ser perfectamente la suya a pesar del voluminoso peinado.

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