Debe de estar removiéndose estos días en su tumba de la iglesia de Santa María la canina de don Alonso de Novela, vicario y mayordomo de fábrica de las iglesias de Medina Sidonia que fue, con el ruido de los andamios en torno a la torre cuya obra tanto le costó rematar. Hecha ya hasta el arranque del campanario a finales de 1620, contaba ahora con el apoyo del señor obispo don Juan Verdugo Sandoval, para hacer la licitación que permitiera darle fin, pregonando las condiciones en las ciudades comarcanas donde existieren maestros canteros. Entre ellas, y a propósito del reloj y su campana, que debía colocarse en el segundo cuerpo del campanario (satisfago a quienes me preguntaban el pasado domingo), he leído: “Que se suba y asiente la campana del reloj que se ha de poner en el medio de la torre, y se ha de poner y fortificar con una barra de hierro que atraviese y cargue en los pilares (…) Que luego se haya asentado la campana, se acabe de cerrar la bóveda con el cintrel de las pechinas…” Era el 26 de enero de 1621.
