sábado, noviembre 15, 2025

UNA OBRITA TEATRAL SOBRE LA HISTORIA DE SIMI COHEM UN TANTO CONFUNDIDA


 Portada de la obra de teatro Simi Cohem 


        Cruzo habitualmente en mis paseos la Puerta del Sol de Medina Sidonia, que me lleva hasta la plaza de Simi Cohem Leví y luego hasta el convento de Jesús, María y José, de agustinas recoletas. Entre sus muros pasó gran parte de su vida esta gibraltareña de origen judío convertida en monja, y allí se encuentran sus restos. Su conversión al cristianismo, sus desventuras antes de pisar territorio español, su bautismo y su ingreso en el cenobio fueron el tema de la novelita Simi la hebrea, que escribió el agustino Conrado Muiños en 1891 y gozó de notable éxito en España e Hispanoamérica por su notorio poder edificante para las jóvenes católicas. De todo ello hablamos en nuestro artículo “Simi la hebrea, una `amena novelita moral´” (pueden leerlo en instatterminus.blogspot.com, entrada de 20 de noviembre de 2009).

          Hace unos años pude conseguir un ejemplar, amarillento y desgastado por lo demás, de una obrita teatral titulada igualmente Simi la hebrea, que se publicó con el número 30 dentro de la colección “Teatro moral”, del editor madrileño Bruno del Amo. En la portada se especifica que es una pieza para “señoritas” y propia para ser representada en “colegios, centros y sociedades recreativas” (sobran más palabras), pero nada se dice, ni siquiera en los créditos, de su autor y fecha de publicación. Tiene 24 páginas y se vendía por cuatro pesetas. Según nos dice Juan Cervera en su Historia crítica del teatro infantil español (Madrid, Editora nacional, 1982, p. 146), esta colección se inició en 1939 y perduró hasta 1948. Lo que más me ha interesado de este breve drama es que nos presenta una versión del tema bastante diferente a la de Muiños, creo que por ligereza o afán simplificador de quien la escribe. En el primer acto, que se desarrolla en Gibraltar en la casa de Simi cuando ésta cuenta ya 15 años, la sirvienta de la casa, Dolores, habla con su amiga María sobre los deseos de la joven de ser cristiana, de conocer más profundamente la religión en la que la había iniciado su nodriza Juliana, a la que Salomón, padre de Simi, había contratado tras la muerte en el parto de su esposa pero había echado cuatro años después al conocer que instruía a la niña en el cristianismo. Luego aparece Simi, que atiende con cariño a una piadosa pobre que llega a la casa. El cuadro segundo de este primer acto nos presenta a Dolores contando a Simi la historia del escapulario de la Virgen de los Dolores que siempre lleva consigo (con él había muerto su padre en combate) y su devoción por la Madre de Dios. Todo ello intensifica el afán de la joven por conocer los misterios de la Fe. La nueva llegada de María, que habla a Simi del cariño por ella que mantiene su nodriza, mueve a ésta a querer volver a verla. Al tiempo, confiesa a Dolores que la Virgen la insta a salir de su casa, que quiere bautizarse y que marchará a La Línea junto a Juliana. En ese momento se produce un alboroto ya que traen a su padre sobre una silla, muerto de repente en la sinagoga. Recuérdese que en la novela de Muiños el rabí, que incluso había maltratado a Simi, no dejará de intentar hacer regresar a Simi de España. El acto segundo se sitúa en La Línea de la Concepción, en casa de Juliana. La joven ha vendido sus bienes y ha repartido el producto entre los pobres, se ha bautizado y se dispone junto a su amiga Dolores a ingresar en el convento de la Encarnación, cuyas monjas habían rezado siempre por ella. Ha sabido que su primo Luis, que ha presenciado de incógnito el bautizo, también se ha convertido.

Demasiadas diferencias con el argumento de la novela de Muiños y con los sucesos acontecidos realmente. Y en La Línea, que yo sepa, no hay ningún convento de la Encarnación.

           


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