Fragmento del dibujo de Medina Sidonia de Barrantes Maldonado en sus Ilustraciones de la Casa de Niebla (1541)
De que había
reloj en la iglesia de Santa María de Medina Sidonia ya a finales del siglo XVI,
y por tanto sirviendo al primitivo campanario de la misma (probablemente el que
dibujó Barrantes Maldonado en 1541), es testimonio el contrato que firman el 10
de septiembre de 1605 ante el escribano Juan Fernández Herrera el entonces
mayordomo de las fábricas del Obispado de Cádiz, el licenciado Francisco Jarillo,
y el relojero sevillano Antonio de Estrada. El segundo se obligaba a “limpiar
el reloj que sirve en la Iglesia Mayor” y hacer las piezas que le faltan, que
es el piñón de la rueda del movimiento y otro de las pesas y otro en el
volante”. También tenía que hacer de nuevo este volante, otro piñón de la rueda
de la aguja y una rueda pequeña para la rueda del disparador, etc. Y debía
dejarlo listo para que en el plazo de un mes diera las horas “por sus días y
noches”, “sin que se note falta ni disparate”.
No sabemos por qué la pieza andaba tan descalabrada, pero podemos
hacernos una idea. Ya dijimos en una entrada anterior que años más tarde se
montaría en la nueva torre, que es la que hoy contemplamos.
Cuenta el
vicario Martínez en su Historia de la ciudad de Medina Sidonia que el
día 13 de enero de 1800 a las cuatro de la mañana cayó un rayo en la Iglesia
Mayor “con un estrépito formidable” y que “desconcertó parte de los retablos de
Soledad y de Ánimas, arrojó al suelo un canto del umbral de una ventana,
arrancó varias losas del pavimento, al que vinieron los cristales de algunas
ventanas”. Y sigue diciendo: “Entró por la torre de las campanas,
descomponiendo su cúspide y causando mucha avería en el reloj, que se paró
inmediatamente. Se cantó el Te Deum”.
No sabemos aún
si la máquina se recompuso entonces ni si las tropas francesas que ocuparon la
ciudad entre 1810 y 1812 se deleitaron con sus campanadas nocturnas, pero el
golpe de gracia al aparato no estaba lejos. El 1 de abril de 1844 El
Corresponsal de Madrid daba noticia de que otro rayo había caído en la
Iglesia Mayor y había destrozado por completo su reloj. Decía: “Un
acontecimiento notable y digno de la mayor consideración ha pasado sobre la
Iglesia Mayor de esta ciudad. Poco más de las ocho de la noche del 18 del
corriente [entiéndase marzo], se sintió en esta ciudad el estrépito de un
trueno horrible: era la caída de un rayo que, atraído sobre la cúpula de la
torre, había penetrado en ella, destrozando completamente la máquina del reloj
y dejando en su paso numerosas huellas del estrago. Introducido en la iglesia,
recorrió una columna que maltrató, extendiéndose a diferentes altares, entre
ellos el del Perdón, cuyas losas fueron levantadas, rompiendo sus cristales.
Los escombros que presentaba la iglesia admiraron a los moradores de Medina que,
aterrados en la mañana del 19, contemplaban atónitos el sacudimiento de aquel
cuerpo eléctrico”.
Me temo que ese
día nos quedamos sin reloj y sin el altar del maravilloso Cristo del Perdón.

No hay comentarios:
Publicar un comentario