Nos sirve esta impresionante fotografía
de finales de los años 50 del pasado siglo, tomada desde el vano del lado oeste
del campanario de Santa María, para reconstruir una parte del pasado de la
ciudad de Medina Sidonia para casi todos olvidada. Más allá del primer plano de
la imagen, con las bóvedas de la iglesia, sus cresterías y arbotantes, vemos abajo,
a la derecha, un enorme solar de alta tapia que se abre a la plaza (o mejor se
cierra pues está tapiada su puerta), tiene fachada a la calle Vicario Martínez
y a la calle Tintoreros, y que contiene diversas estancias. Estos terrenos
albergaron un cuartel propiedad del Duque de Medina Sidonia y la cárcel vieja.
Calle de la Cárcel se llamaba de hecho a
la actual calle Vicario Martínez. Salvador Montañés (MONTAÑÉS, p. 47) ya lee
documentos de 1747 en que se le da este nombre y sitúan la prisión en el
antiguo número 98, “cerca de la esquina que desemboca en la Plaza de la Iglesia
Mayor”, nos dice. En el padrón de 1810, realizado bajo la ocupación francesa,
se dice también que es el número 98 (ROMERO, p. 323 n. 176), aunque en los
padrones de 1844 se habla de los números 100 y 101 (ROMERO, p. 38 n. 189).
Enseguida damos explicación al hecho.
En un principio el recinto ocupado por
los presos no constaba más que de dos pequeñísimos calabozos. En 1800 cárcel y
callejones aledaños en la calle de los Tintoreros sirvieron de lugar de
aislamiento a los afectados por la fiebre amarilla que habían venido
contagiados desde Cádiz, 40 personas de las que murió la mayor parte (ROMERO,
p. 22). En 1808 ocupaba en el Ayuntamiento el cargo de diputado de cárcel (especie
de concejal) Juan de Pareja y Morón; y era su alcaide el teniente alguacil
mayor de justicia Francisco Herrera, a quien se pagaron de las cuentas de
propios 1 100 reales por su tarea (ROMERO, p. 55). Como recientemente se había
acordado atender solo al mantenimiento de los presos pobres y del carcelero (en
este caso carcelera), “siguiendo la vieja costumbre”, el alcaide debía dar
razón de los gastos al diputado, quien se quejaba ante el cabildo el 7 de mayo
de cierta incompetencia del alguacil mayor en el control de las raciones. Ese
mismo día solicitaba el arreglo del recinto y llamaba la atención por los
escándalos que se habían producido “en las personas a quien el alcaide tiene
encomendada su custodia”. Aquel año los gastos por el mantenimiento de la
cárcel ascendieron a 10 447 reales y 9 maravedíes: 5 278 rs y 20 mrs por la
manutención de presos pobres, 3 933 rs y 8 mrs por la curación de presos
enfermos y 1 235 rs y 15 mrs por gastos de aceite y agua (ROMERO, pp. 77-78).
En 1809 fue nombrado diputado de cárcel el procurador mayor Ramón Ibarra (ROMERO,
p. 151), luego ocuparía el cargo, interinamente, Pedro de los Hoyos, a quien
sustituiría Pedro Galán Saavedra (ROMERO, pp. 153-154). Este último hubo de
atender a una protesta de los presos por falta de limpieza en el lugar, lo que
achacaban a la falta de un “sotalcaide”. Pedro de los Hoyos, de nuevo diputado,
dio cuenta del arreglo y de la colocación de un guardia para la custodia de los
reos en cabildo de 4 de diciembre (ROMERO, pp. 174-175). Ese año se dio otro
hecho interesante. Al Ayuntamiento de Medina Sidonia había tocado la custodia
de casi 300 soldados franceses de los que habían sido hecho prisioneros en la
batalla de Bailén, y había sido descubierto un plan de fuga encabezado por dos
sargentos. El corregidor, Manuel de Rada, los encerró en la cárcel después de
tomarles declaración y, probada su culpabilidad, pidió a las autoridades
superiores que fuesen conducidos a los pontones de Cádiz para evitar
conmociones en el pueblo, como se hizo (ROMERO, p. 179). Fueron encerrados
también en la cárcel pública algunos jóvenes que intentaron evitar los sorteos
para ingresar en el ejército. A comienzos de 1810 el cargo de diputado de cárcel
recayó en Luis Rubio (ROMERO, p. 258).
Por otro lado, en documentos relativos
al abastecimiento de las tropas francesas en 1810 se habla de los realizados a
las establecidas en el “Cuartel de la Cárcel” (ROMERO, p. 277), lo que nos hace
pensar en un espacio colateral a la misma más amplio y saneado. Efectivamente,
en las cuentas del administrador de Bienes Nacionales durante la ocupación, don
Francisco de Paula de la Serna, correspondientes a 1811 se habla de este
cuartel como terreno incautado antes perteneciente al no reconocido Duque de
Medina Sidonia (ROMERO, p. 565).
La cárcel siguió funcionando entre 1810
y 1812. En las cuentas de propios de 1810, firmadas en 1815 (ROMERO, p. 583) se
anotan pagos al alcaide Francisco Herrera (1 100 rs) y al diputado Luis Rubio para
atender al suministro y curativa de los presos (4 000 rs). En ella se encerró, por
ejemplo, al escribano Carlos Manin porque los franceses sospechaban que era
informante de los ejércitos españoles (ROMERO, p. 746); también a algunos de
los cabecillas locales que favorecieron la entrada de las tropas españolas en
el asalto, al cabo inútil, del 29 de enero de 1811, como Antonio Pérez Olmedo,
cabo del Resguardo de Rentas, que había facilitado armas a varios vecinos
(ROMERO, p. 389). Juan Rafael de Pina, habitual suministrador de leña y aceite
a las tropas francesas, cuando fue acusado de colaboracionista a la salida de
éstas, se defendía diciendo que en más de una ocasión lo habían puesto en la
cárcel por no haber querido hacer el trabajo (ROMERO, p. 711). Y cuando, tras
la masiva emigración de población que se produjo a raíz de la nueva toma de la
ciudad en los primeros días de marzo de 1811 en coincidencia con la Batalla de
Chiclana, se acordó suspender el sueldo de gran parte de los empleados del
Ayuntamiento, quedó entre los exentos el alcaide de la cárcel, a quien se
pagarían 1 100 reales. En las cuentas de propios de 1811 también se consignan
189 reales de gasto en la cárcel entregados por obras y limpieza a Manuel Lunar
y a Juan Rodríguez (ROMERO, p. 587). Las cuentas de 1812 cifran en 672 rs y 31
mrs los gastos de cárcel. Por lo detallado de la cuenta y el interés indudable
para entender la cotidianidad del pueblo reproducimos la factura que presentó
el maestro de albañilería Andrés Vázquez al Ayuntamiento el 11 de enero de 1812
por el arreglo hecho en la cárcel pública (ROMERO, p. 591):
Día 10 de enero rs. mrs.
De jornales 29
De cal blanca 10 20
De cal prieta,
3 fanegas 9
De arena, una
carga 2
De yeso. Tres
cuartillas 5
8
Día 11
De jornales 17
Un medio de cal
para encalar 1 8
Carpintería, un
pedazo de tabla ente-
riza 8
Medio ciento de
clavos de entablar 7
Diez machos de
alcayatas 6
Dos nudos de
goznes 3
Cuatro clavos
grandes 2
Un día de
trabajo 12
Maestro de
herrero para componer
tres cerraduras
y una llave nueva 30
SUMAN
142 36
En el cabildo de 23 de marzo de 1813 se
decidió que los hortelanos y vecinos del barrio de Santa Catalina que no habían
participado en la demolición del fuerte francés del castillo costearan la
limpieza del cuartel de la cárcel y las calles inmediatas a él por estar
“demasiadamente sucias, llenas de estiércol y casi intransitables” y encontrarse
cercanas a la Iglesia Mayor, adonde se dirigían muchas personas en aquellos
días.
El problema sanitario en la cárcel no se
resolvía. Los presos vivían hacinados y en cualquier momento un mal contagio
podía devenir en desgracia para la ciudad. En 1815 el Ayuntamiento consideró
que la situación era insostenible (IGLESIAS, pp. 24, 34):
Tras las desamortizaciones de los bienes conventuales y la exclaustración de los frailes, la cárcel de Medina Sidonia pasó a dependencias del antiguo Convento de San Francisco el 1848, teniendo su entrada por la calle San Isidro. Las celdas de los monjes pasaron a ser celdas de presos. Como cabeza de partido judicial que pasó a ser Medina, el recinto acogió también a reclusos de Alcalá de los Gazules y de Paterna de Ribera. Pero esta es… otra historia.
Bibliografía
-Iglesias Rodríguez, Juan José, “Cárceles
gaditanas del Antiguo Régimen: El Puerto de Santa María y su entorno
provincial”, Revista de Historia de El
Puerto, nº 64, 2020 (1er semestre), pp. 9-53.
-Montañés Caballero, Salvador, El callejero de Medina Sidonia. Aproximación
al origen y formación de su nomenclatura, Medina Sidonia, Excmo.
Ayuntamiento, 1992.
-Romero Valiente, Jesús, Medina Sidonia durante la Guerra de la
Independencia (1808-1814), Chiclana de la Frontera, Asociación Cultural
“Puerta del Sol”, 2011, 2 t.

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