Quien se acerca a Santa María de Medina Sidonia aprecia inmediatamente la impronta gótica de su planta y de sus remates, con sus ventanas ojivales y hasta el esperado rosetón sobre la puerta del Duque; y echa de menos el colorido de las vidrieras: apenas unos círculos rojos y azules adornan uno de los vanos que da a la plaza. Los restantes están cegados o pobremente recubiertos con el único objeto de resistir las inclemencias del tiempo. ¿Es que no hubo vidrieras para este templo?
El 20 de
septiembre de 1602 el mayordomo de las fábricas de las iglesias de la ciudad,
el licenciado Alonso de Novela, se concertaba ante el escribano Juan Fernández
de Herrera con el maestro sevillano Diego Martínez para que realizara tres
vidrieras para la Iglesia Mayor, dos “para las dos ventanas colaterales”, una
de las cuales había de representar las figuras de san Pedro y san Pablo, y otra
a Nuestra Señora de la Asunción (es precisamente la iconografía que encontramos
en las esculturas de la fachada principal); y la tercera para la capilla sacramental,
donde habría de pintarse la Santa Cena. No olvidemos que esta capilla, que es
la que hoy alberga la imagen de la Virgen de la Paz, contaba en su retablo
primitivamente con el espléndido conjunto escultórico de Roque Bolduque que
representa la Última Cena, y que nos alegraría ver de nuevo expuesto. Las
piezas debían hacerse “a los precios y según y como se hicieron las vidrieras
que están puestas en la Iglesia Mayor de Sevilla en tiempo de Mateo Martínez y
Sebastián de Pesquera”. La tasación correspondería al notario de la Audiencia
de dicha catedral. El licenciado Novela adelantaba 500 reales al artesano y se
comprometía a pagar el resto del costo cuando las vidrieras estuviesen
entregadas a finales de febrero de 1603. Los herrajes necesarios para la
montura (barras, alcayatas, tornillos, etc.) se pagarían aparte previo peso, y
también correrían de parte de la iglesia el andamiaje necesario y el pago del
albañil y la gente que hiciera falta, el porte desde Sevilla y el sustento del
vidriero por la visita para presupuestar el trabajo, los cuatro días que se
estimaba que permanecería en Medina para el montaje y su viaje de regreso.
Pero, si alguna vidriera se rompía en el camino, nada se pagaría por ella.
De Sebastián de Pesquera sabemos que su labor en la catedral sevillana, constatada entre 1559 y 1582, consistió en la restauración y conservación de las obras que anteriormente se habían realizado. Lo mismo podemos decir de su sucesor, Mateo Martínez, que realizó sus trabajos entre 1583 y 1599. Diego Martínez, el artífice de las vidrieras de Medina y probablemente hijo del anterior, es mencionado como maestro de la catedral a comienzos de 1601, y allí sigue actuando en labores asimismo de restauración hasta 1609. De ello se deduce que los modelos que habían de seguirse para las vidrieras de Santa María eran las piezas ejecutadas unos años antes por los grandes maestros flamencos que trabajaron en Sevilla. La que representa La Asunción, situada en el hastial meridional del crucero, fue la última obra de Arnao de Vergara en la catedral (1536) y tiene formato circular (565 cm de diámetro). Con su hermano Arnao de Flandes se había comprometido en 1534 a realizar todas las vidrieras que fuesen necesarias para el templo, y en ellas trabajó hasta 1557. La primera obra documentada de Arnao de Flandes (1543) es un grupo de cuatro apóstoles para el lado del evangelio (715 x 325 cm) entre los que se encuentra San Pedro. El santo tiene el habitual aspecto de anciano, viste manto rojo y túnica verde. San Pablo, del mismo autor (1551), aparece en otro conjunto (570 x 285 cm), junto a san Juan Bautista y san Roque, que se encuentra en el crucero, lado del evangelio. Obra también suya es La Santa Cena (720 x 220 cm), colocada en el lado de la epístola, sobre la capilla de San Andrés, cubriendo un vano rematado en arco apuntado. Es una de sus composiciones más logradas y fue ejecutada en 1555. En ella destacan el uso del amarillo de plata, el rojo del manto de Cristo y el morado de su túnica.
Por
supuesto que las vidrieras sevillanas que habían de servir como modelos
excedían en mucho el tamaño de las que se encargaron para Medina Sidonia, muy
diferentes son las dimensiones de los templos evidentemente. No nos consta que
existiese en la fábrica de la Iglesia Mayor ningún maestro encargado de
arreglos y restauraciones para estas piezas, así que la rapiña, el levante, las
tormentas o algún otro accidente debieron de acabar con ellas.
-Hormigo
Sánchez, Enrique, “Documentos para la historia del arte de Medina Sidonia”, Anales
de la Real Academia de Bellas Artes, nº 10, pp. 93-105, Cádiz, Academia de
BB.AA., 1992.
-Nieto
Alcaide, Víctor Manuel,
- Las vidrieras de la catedral de Sevilla, Madrid, CSIC,
1969.
- La vidriera del Renacimiento en España, Madrid, CSIC,
1970.

%2010.57.44.png)

No hay comentarios:
Publicar un comentario