Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, Bartolomé Esteban Murillo (1667-70), Hospital de la Caridad (Sevilla) |
Santa Isabel de Hungría
Isabel, hija del rey Andrés II de Hungría, conocido como el Hierosolimitano, y Gertrudis de Merania, hermana de la que luego sería Santa Eduvigis de Silesia, nació en Presburgo el 7 de julio de 1207 y se educó en la corte húngara con sus hermanos los príncipes Béla, Colomán y Andrés. Su madre fue asesinada en 1213, y dos años después su padre contrajo nuevo matrimonio, del que nacería Violante de Hungría, esposa que fue de Jaime I de Aragón.
Isabel fue casada en 1221 con el margrave Luis de Turingia-Hesse (matrimonio de conveniencia para contrarrestar el poder del rey Felipe de Suabia) con quien, al parecer, llevó una vida cargada de felicidad. Su marido veía con buenos ojos las labores caritativas a las que era tan dada (visitaba a sus vasallos más menesterosos para darles alimento, regaló la plata de sus arcas y las alhajas de su dote), pues pensaba que le harían ganar el cielo. Cuenta la leyenda que al regalar su manto de armiño a una pobre anciana muerta de frío en la calle, vio que éste se transformaba en la imagen de Cristo. Estas labores contaron, sin embargo, con la reprobación de algunos nobles, entre ellos su cuñado Conrado, por considerar que se estaban dilapidando el patrimonio y las reservas del principado, de manera que fue acusada ante su marido. Sorprendida mientras salía de palacio cargada con sus donativos, hubo de mentir diciendo que llevaba rosas en su falda (olvidó Isabel que era pleno invierno); y cuando se le pidió que las mostrara, los mendrugos de pan que en realidad llevaba se convirtieron en estas flores. En otra ocasión su suegra, la duquesa viuda Sofía, hizo entender al margrave, que regresaba a palacio tras una corta ausencia, que había oído voces en la alcoba del matrimonio. Cuando Luis derribó la puerta, encontró un crucifijo sobre la cama: en él se había transformado el pobre leproso al que Isabel cuidaba en ella.
La piadosa conducta de Isabel se acrecentó cuando hubo de sustituir a Luis en el mando en 1226 al acudir éste a la Dieta de Cremona en lugar del emperador Federico II, del que era amigo y aliado; tuvo que hacer frente entonces a las desgracias que trajeron las inundaciones y plagas de aquel año.
Dirigida espiritualmente por el inquisidor Conrado de Marburgo, la vida de Isabel cambió totalmente a raíz de la muerte de su esposo el 11 de septiembre de 1227 mientras se dirigía a unirse a la Sexta Cruzada bajo las órdenes del Emperador. Dieciocho días después daba a luz a su hija Gertrudis (más tarde beata Gertrudis de Altenberg), que sería criada por las monjas premonstratenses del monasterio de Wetzlar. Desamparada, en una corte hostil y víctima de nuevas acusaciones de prodigalidad, fue expulsada de palacio y hubo de buscar socorro en Marburgo entre sus tíos, la abadesa Mectildis de Kitzingen y el obispo de Bamberg. Poco después consiguió una indemnización gracias a las gestiones de su confesor y abogado, obteniendo algunas posesiones en Marburgo. Pero Isabel renunció a ellas e ingresó en la Orden Tercera vistiendo el hábito franciscano. A San Francisco dedicó el hospital que hizo construir en la ciudad, donde fueron atendidos muchos de los cruzados que regresaban enfermos de Tierra Santa.
Isabel falleció en Marburgo cuando contaba sólo 24 años. En 1235 sería canonizada por el papa Gregorio IX ante el emperador Federico siendo reconocida entonces como "la mujer más grande de la Edad Media alemana". Su cuerpo fue colocado en un altar dorado en la que se conoció luego como iglesia de Santa Isabel, y la Orden Teutónica adoptó a la santa como su segunda patrona junto a la Virgen María y San Jorge.
El culto a Santa Isabel se extendió muy rápidamente por el este de Europa, popularizándose su nombre. A la Península Ibérica llegaría con la ya citada Violante de Hungría. A Italia, tras el matrimonio de la princesa María de Hungría con Carlos II de Nápoles en 1270.
A Santa Isabel se la suele representar socorriendo a pobres y enfermos, siendo muy popular su figura con el regazo lleno de las rosas en que se convirtieron los alimentos que destinaba a los menesterosos. Se la reconoce por llevar una o más coronas y lujoso vestido, aunque a veces los artistas prefieren mostrarla con el hábito franciscano.
-Luis Monreal y Tejada, Iconografía del Cristianismo, Barcelona, El Acantilado, 2000; Charles Forbes Montalembert, Historia de Santa Isabel de Hungría, duquesa de Turingia, Barcelona, Librería Religiosa, 1858; Javier Martín Artajo, Santa Isabel de Hungría, Año Cristiano IV (1960), Madrid, Ed. Católica; Santa Isabel de Hungría, wikipedia.