viernes, agosto 09, 2013

Historias de Medina Sidonia (VII)

Moneda fenicio-púnica acuñada en Asido (mediados del s. II o comienzos del s. I a. C.). Imagen tomada de http://www.tesorillo.com/oca/oca1.htm

La leyenda de Baucio Caropo (I)

En las páginas 311 y 312 de su Historia de la ciudad de Medina Sidonia (ed. J. Mª Enrile, Cádiz, Revista Médica, 1875) el vicario Francisco Martínez y Delgado inicia su galería de “sugetos seglares naturales de Medina Sidonia, que la ilustraron con sus hechos” con un personaje legendario al que llama “Barucio Caropo” (sic), cuya historia sitúa en la época en que los cartagineses penetraron en Andalucía. La fuente principal de su relato, como él mismo nos indica, es la obra de Pedro de Medina. Recordemos las palabras del Vicario (actualizamos grafía y puntuación):

Barucio Caropo o, como le nombran otros, Bocio Capeto, a la entrada de los cartagineses en Andalucía se dejó ver como un varón lleno de valor y ciencia, y diestro en el gobierno. De éste, de quien hace memoria el maestro Pedro de Medina, y fue natural de esta ciudad, referiremos un suceso que da a conocer su mérito. En una de aquellas ocasiones en que los cartagineses, nación astuta y guerrera, hacían sus tentativas para internarse en la provincia y poseerla a cualquier costo, una numerosa tropa de ellos, unida con los vecinos de Cádiz, entró en esta parte de la Andalucía, y, derramándose por sus campos, quemó algunas caserías, robó muchos ganados, prendió y mató muchos hombres, guareciéndose en unas empalizadas cercadas de cavas y bien fortalecidas, de las que salían para estas incursiones dirigidos por un esforzado capitán de su nación llamado Bezerbal. Llegó la noticia al referido Barucio, varón de crecida estatura, de mayor ánimo y de singular instrucción en leyes, geometría y filosofía natural, e, informado del número y calidad de los enemigos y lugar de su acogida, salió de Medina de noche y con la gente necesaria, sorprendió el campamento, lo asaltó y tomó con tanta presteza y valor que quedaron muertos o prisioneros todos los enemigos a excepción del comandante y muy pocos que pudieron seguirle, volviendo a la ciudad cargado de despojos y laureles. Al día siguiente partió el mismo Barucio al río Guadalete, donde los cartagineses tenían una escuadrilla de barcos con víveres; los incendiaron, matando a los que los tripulaban y aterrando a los demás que desde aquel día respetaron a Barucio y su tropa de Medina.

En la página 15 de esta misma obra el Vicario situaba la época de la dominación cartaginesa en España en el 543 a. C., y su llegada a Sidonia poco después de la destrucción de la ciudad fenicia por parte de los turdetanos. Establecidos en ella, la fortalecerían; “aficionados a la ventajosa situación, a la abundancia de frutos, a la cercanía de sus minas, a la grande abundancia de preciosos materiales que se descubrían entre sus ruinas, y que aún se veían en algunos edificios que se libraron del furor y del incendio; y, animados con el ejemplo de los fenicios, que en tal sitio lograron un excelente establecimiento, siguieron una senda ya descubierta que animaba en ellos las esperanzas de igual o mejor suerte” (ibidem, p. 17). Los cartagineses procederían a reedificar el templo de Hércules que habían levantado los fenicios.
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