Santiago Matamoros, ático del retablo de la ermita de Santiago del Camino o de los Santos Mártires de Medina Sidonia |
La leyenda del alcaide Ruy Fernández (II)
La historia del alcaide Ruy Fernández no aparece en la crónica de Enrique de Trastámara (Enrique II de Castilla), que forma parte de las Crónicas de los reyes de Castilla compuesta por su fiel Pero López de Ayala (ed. corregida y anotada por Jerónimo Zurita y Eugenio de Llaguno, Madrid, Antonio de Sancha, 1779-1780); ni la hemos hallado en otras fuentes de la época. Ello nos hace pensar que Pedro de Medina (1493 - Sevilla, 1567), quizá nacido en la propia Medina Sidonia, protegido de los duques de Medina Sidonia y tutor desde 1520 de Juan Claros Pérez de Guzmán, conde de Niebla y heredero del VI duque (aunque muerto antes que su padre), contase con un repertorio de testimonios orales o escritos, hoy desconocidos, a partir de los cuales pudo componer su narración. Habría que considerar también la posibilidad de que nuestro polígrafo renacentista buscase prestigiar las hazañas de las villas y ciudades pertenecientes al ducado, y con ello a sus patronos, pues no son pocas las exageraciones que hallamos en su Libro de las grandezas y cosas memorables de España, donde la historia de estas poblaciones ocupa un lugar no desdeñable. Ocasión habrá de volver a ello.
La leyenda de Ruy Fernández (o Hernández) se incorporó a la tradición local asidonense, y así la encontramos repetida en un escrito anónimo del siglo XVII en el que se refieren las apariciones del apóstol Santiago en Medina (uid. “Un documento inédito sobre la aparición del apóstol Santiago en Medina Sidonia y el origen de su patronazgo sobre la ciudad”, El Barrio (2013), en prensa). En él se dice:
Reinando Don Enrique 2º, era alcaide y Capitan del castillo de Medína Sidonia Rui fernandes, el qual (viendose pobre y que no les embiava el Rey socorro) quito por fuerça a un Pagador suyo el dinero que llevava a la jente de Gibraltar de poco tiempo restaurada; y aquella misma noche que el pagador se alojo en Medina llegaron corriendo la tierra (con Presa de ganado y otras cosas que avian Robado en el camino de Xerez) un esquadron de moros de Ximena y Ronda Pusieron su Real de sobre tarde en los Prados de Medina cerca de la Hermita de Santiago del camino: Juntó el alcaide aquella misma noche la gente que pudo que serian hasta ochenta de a cavallo y Partidos en dos esquadras acometieron a los moros Por dos Partes antes del dia, invocando al santo Apostol santiago con cuio Patrocinio amedrentados los moros huieron. quedando muertos en el campo trezientos de ellos dizesse Por tradicion que muchos moros que Hallaron vivos affirmavan no temian/ a los cristianos que eran Pocos sino a un cavallero de armas y Cavallo blanco que los matava y espantava. El alcayde hizo llevar las 300 cabeças de moros en azemilas A Sevilla donde assistía el Rey, y viendolas. no solo Perdono el averle tomado el dinero mas dio a Medina un Previlegio amplissímo: y otras mercedes que les hizo deste caso se infiere claro que 80 ni 100 hombres no avian de poner miedo y vencer a mill, que serian los moros sino fueran socorridos de fuerça superior y divina que fue El santo Apostol; Pues de que fuessen los moros esquadron de mill o casi veesse claro Pues yendo de huida quedaron muertos 300 de ellos.
Se añade en este nuevo relato que el escuadrón de moros procedía de Jimena y de Ronda; que acampó en los prados cercanos a la ermita de Santiago del Camino, donde se produciría la batalla; que las tropas cristianas invocaron al apóstol Santiago antes de trabar combate; y que, según la tradición, los moros que quedaron derrotados en el campo hablaban de la aparición de un jinete sobre un caballo blanco que les infundió gran pavor (evidentemente, el Santo Apóstol).
La leyenda de Ruy Fernández se mistificaba, pues, con añadidos que la adaptaban a una nueva necesidad ya que el documento en cuestión forma parte probablemente de un informe eclesiástico mediante el que se pretendían alcanzar indulgencias en Roma para la ermita de Santiago del Camino o de los Santos Mártires.