Retrato de Fernando VII (primer tercio del siglo XIX). Alcázar de Sevilla
Elevado a la dignidad real el príncipe Fernando, el Ayuntamiento de Medina Sidonia, deseando “manifestar del modo más sensible y expresivo su amor y lealtad al augusto, benéfico y amable soberano el rey nuestro señor don Fernando VII, que, por un efecto de sus misericordias, ha colocado el Dios Omnipotente para felicidad de la nación española en el trono que tan dignamente ocupó su augusto padre”, acordó el 9 de abril de 1808 que el procurador mayor, Joaquín Pareja y Cortés, encargara al agente de la ciudad en Sevilla, Feliciano Moreno, un retrato del nuevo monarca para colocarlo en las salas capitulares, a fin de que sirviera “de satisfacción y consuelo a la fidelidad y amor de este ayuntamiento a su real persona, y de un continuo recuerdo en el cumplimiento de sus obligaciones para el bien y la felicidad del pueblo que representa”.
Pareja escribió a Moreno al día siguiente, y éste acusaba recibo de su carta el 16. El procurador le había pedido que se sacara una copia “de uno de los mejores retratos” que hubiera en Sevilla, arreglándose a ciertas medidas. El comisionado había recibido la carta el Jueves Santo, por lo que ni ese día ni el siguiente pudo adelantar nada. Luego inquirió si había llegado a Sevilla algún retrato desde la Corte, particularmente a su ayuntamiento, donde debían haber encargado uno que imitara bien al original y fuese de buen artifice. Se le aseguró que se estaba esperando su llegada. Entretanto, Moreno se comprometía a indagar quiénes eran "los más brillantes copiantes" de la ciudad para tratar el precio, procediendo antes a revisar otros retratos que tuvieran en su taller, "a ver si me adaptan en lo tal cual que alcanzo, con la cualidad de que, si no me gustase, no se lo he de pagar, y aun es regular que bajen otras copias para elegir la mejor". El asunto exigía su tiempo pues "éstos no son encargos de ejecutarlos con prontitud si no es con reflexión", pero, mientras, el Ayuntamiento podría adelantar en los otros preparativos para la función que había de ejecutarse en obsequio de la coronación del monarca.
Desgraciadamente, desconocemos quién fue el copista finalmente escogido, cuál fue el modelo para la copia, cuánto costó el encargo y la propia pintura. Lo que sí es seguro es que el cuadro se encontraba en Medina Sidonia a primeros de junio en la proclamación del rey que tuvo lugar en la ciudad. En los años de la ocupación francesa, desapareció.
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