domingo, octubre 25, 2009

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (V)


Bodegón de Tosantos. Jesús Romero Valiente

Los "Tosantos" de 1808
Después de un verano más feliz de lo que cabía esperar gracias a la fértil cosecha y a la victoria de las tropas españolas en Bailén, en la que también pusieron su granito de arena algunos mozos y voluntarios asidonenses (aunque no faltaron desertores), y no siendo aún del todo conscientes de lo que Napoleón estaba preparando esos días más allá de los Pirineos, los habitantes de Medina Sidonia se encomendaban a las tareas y los goces del otoño. Pronto llegaría la matanza del cerdo, y era preciso terminar de engordar las piaras con la bellota de las dehesas; así que sus propietarios las acercaban a los contaderos para registrarlas. Las primeras tagarninas se dejaban coger después de ver nacer la otoñada. En las iglesias, las cofradías de Ánimas preparaban sus funciones. Y a los mercados llegaban las frutas que, de siempre, se comían los días cercanos a Todos los Santos: los "tosantos".
En el cabildo de 30 de octubre de 1808 el síndico personero, Joaquín Pareja y Cortés, hacía presente la "necesidad indispensable que habia, de establecer posturas justas, y equitatibas, que conciliasen el interes de los vendedores con el beneficio publico del vecino comprador, evitando assi la arvitrariedad descarada y perjudicial, con que a costa del publico, se conducian los que habian traido para vender las frutas que, por una costumbre muy antiguada, se han hecho como alimentos de primera necesidad".
Se trataba por tanto de reglamentar el abasto de estos alimentos que, según vemos, acarreaban en gran parte vendedores forasteros.
"Despues de una larga discusión, dirigida a enterarse de los precios que corrian y de la abundancia o escasez que se advertia, se acordó -sigue diciendo el acta de cabildo- que la fanega de castañas se vendiera a cinquenta reales de vellón, la de brabia a quarenta y quatro, la arroba de peros de Pila a quince reales de vellón, la de Camuesa a dies y ocho, la de batatas de padron a veinte, la de batatin a dies y seis, la de Membrillos o malacatones a dies, y el ciento de nueses a dos reales, observandose estos precios assi en los puestos publicos todos, como por los que en sus casas vendiesen las mismas frutas"
De lo acordado se redactó edicto, que fue fijado, "desde las siete de la mañana, en los citios publicos, y particularmente en el meson de la Calle de la Plazuela, donde se Hospedan los fruteros," o sea la Posada de la Fruta. El regidor de mes se encargaría de velar por el exacto cumplimiento de lo dispuesto y de dar cuenta al Corregidor Presidente para imponer las penas y multas correspondientes a los contraventores.
A las batatas de padrón, más gruesas que las ordinarias (quien se interese por su cultivo puede consultar el Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos, Madrid, 1798, t. 3, p. 114), los batatines o boniatos, los membrillos, las castañas y las nueces, los peros blancos de la Sierra de Ronda (que supongo serán éstos a los que el escribano llama "de pila"), melocotones tardíos y manzanas camuesas, sin duda se sumarían el dulce pan de higos, confeccionado por los propios hortelanos después de secar sus higos al sol y prensarlos en seretes, y otros muchos productos de la huerta y los campos asidonenses: granadas, calabazas, aceitunas, etc.

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