Pero, vamos con el alfajor asidonense. El erudito
Thebussem rastreó en archivos para documentar su antigüedad, y escribía:
A fines del siglo XV asiste a la
guerra o a las fiestas de un matrimonio; en el XVI implora la benevolencia de
un coronel o enaltece la valía de una esclava; en el XVII agasaja a un monarca,
y en el XVIII obsequia a un obispo, según notará usted por las indicaciones que
siguen.
Don Enrique de Guzmán, segundo
duque de Medina Sidonia, pide, en 2 de julio de 1487, al concejo, alcaldes y
regidores de dicha población, que envíen al real de Málaga cincuenta vacas,
cincuenta bueyes, doscientos carneros “e proveimiento de alajú desa mi cibdad”.
Doña Leonor de Mendoza Ribera,
mujer del citado magnate, dice desde Sanlúcar de Barrameda, en 8 de noviembre
de 1489, que, con motivo del casamiento de su hijo don Juan con doña Isabel de
Velasco, le manden cuatro toros que sean muy bravos, y “dos canastas d´alajú
que sea muy bueno”.
En abril de 1580 acordó el
concejo que se regalasen al ilustrísimo Marcio Colona, lugarteniente de su tío
Próspero Colona y coronel de la coronelía de los mil quinientos italianos que
se hallaban en Medina Sidonia, “una carga de alfajores e quarenta ducados para
guantes, para que se contentase con los alojamientos dados a su gente; e diez
ducados e media carga para el mesmo efeto al capitán Ascanio Constantin”.
Por escritura otorgada en Medina,
a 9 de febrero de 1582, vende Simón de Cote a Sebastián Sánchez de Cuéllar,
vecino de Jerez de la Frontera, una esclava prieta, nombrada Catalina, de
veinte años de edad poco más o menos. Advierte que no se verifica el contrato
como el de bestia en feria o quesos en costal: asegura, por el contrario, que
Catalina no es borracha, ni huidora, ni padece gota coral, ni mal de corazón,
ni otra enfermedad, ni está endemoniada, y agrega “que es guisandera de
habilidad de muchas cosas, y en especial de fruta de sartén, de huevos mexidos
y de alfajor al uso de acá”.
Entre los gastos hechos por el
concejo de Medina en marzo de 1624 para hospedar y agasajar al rey Felipe IV a
su paso por dicha ciudad, se cuentan ocho ducados que se abonaron a “Juana la Espadera por la arqueta de
alfajores con papeles dorados e plateados, que presentó la justicia e
rregimiento al licenciado D. Miguel de Cárdenas, alcalde de la jornada real,
para que fuesen refacción de S. M. en su viaje a Tarifa”.
El secretario de don Fray Tomás
del Valle, obispo de Cádiz, manifiesta a los curas y beneficiados de Medina
Sidonia, por medio de atenta carta fecha el 6 de enero de 1739, la gratitud de
su ilustrísimo y reverendísimo señor, “por los pavos y alfajores que le habían
regalado en las últimas pascuas de navidad[1]”.
[1] En su reciente publicación La repostería tradicional de Medina Sidonia (Cádiz, Imprenta
Repeto, 2007) Sebastián Montero anota que por boca de la actual superiora del
convento de Jesús, María y José ha sabido que la madre Antonia de Jesús,
fundadora en 1687 de esta casa de agustinas recoletas de Medina, obsequiaba a
los campesinos que trabajaban las tierras propiedad del convento con alfajores
de gran tamaño que elaboraban las propias monjas ayudándose, entre otros
utensilios, de un mortero de mármol, pieza fundamental para el tronzado de
almendras y avellanas en este dulce árabe. El autor recuerda entonces que los
preceptos del Corán prohíben el contacto de los alimentos con elementos
metálicos.
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