SANTA BÁRBARA, DE JUAN SIMÓN GUTIÉRREZ
Jesús Romero Valiente
Santa Bárbara, obra de Juan Simón Gutiérrez (Museo del Greco, Toledo)
Hoy 4 de diciembre, día en que se celebra santa Bárbara, traemos aquí un óleo sobre lienzo que la representa obra de Juan Simón Gutiérrez, pintor nacido en Medina Sidonia (1634) pero cuya vida transcurrió mayormente en Sevilla hasta su fallecimiento en 1718. Aquí culminó su formación pictórica como miembro de la Academia de Murillo, puso taller, se casó, crio a sus ocho hijos y fue sepultado. La pintura mide 62,3 x 75,8 cm y nos muestra a la joven mártir con sus atributos habituales, la torre en que vivió encerrada y la palma del martirio, apareciendo tocada además con una corona de flores como símbolo de su inocencia.
Cuenta Santiago de la Vorágine en La leyenda dorada, situando el suceso en Nicomedia en la época del emperador Maximiano (285-286), que allí vivía el noble y rico Dióscoro quien tenía una hermosísima hija llamada Bárbara, a la que mantenía encerrada en una torre para evitar que la viera varón. La doncella, que también era muy sabia, se había cuestionado los principios de la religión pagana y había entrado en contacto epistolar con Orígenes, gracias a cuyo enviado Valentín conoció los misterios del cristianismo, en el que fue bautizada. Cuando su padre intentó casarla, ella buscó excusas para no aceptar a los pretendientes. En cierta ocasión en que aquél emprendió un viaje y había dejado a unos obreros trabajando en la casa, la joven pidió a éstos que en el muro que estaban levantando pusieran tres ventanas (símbolos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo) en vez de las dos que había encargado su padre. Interrogada sobre el asunto, Dióscoro se enfadó tanto al conocer sus razonamientos que intentó asesinarla, pero Bárbara fue trasladada milagrosamente por un peñasco hasta una montaña, donde se ocultó. Delatada por un pastor, fue maltratada por su padre, quien la llevó hasta el gobernador Marciano ante el que la muchacha declaró sus creencias, siendo azotada cruelmente por ello. Encerrada en el calabozo, Jesucristo se le apareció entre resplandores, curó sus heridas y la previno del fin que le esperaba. Bárbara fue brutalmente torturada, y luego su propio padre la degolló. Falleció la mártir el 5 de diciembre.
Fragmentos de Santo Domingo confortado por la Virgen y santas mártires (Museo de Bellas Artes de Sevilla)
Muñoz Nieto considera también que
Vega Inclán pudo adquirir la obra en la propia Sevilla, ciudad en la que vivió,
en cuyos círculos artísticos se movió y a la que enriqueció con sus escritos y
sus proyectos de mejora en los Reales Alcázares o el Barrio de Santa Cruz, por
ejemplo. No sabemos si don Benigno conocía en profundidad la prole de
discípulos de Murillo, cuyo estudio es bastante más reciente; pero sí nos
gustaría pensar que Juan Simón Gutiérrez no le resultaba indiferente. No
obstante el primer marqués de la Vega Inclán, su padre, había nacido el 23 de
marzo de 1820 en Medina Sidonia, donde también se guarda alguna obra del pintor.
Aquí residían en el momento Benigno de la Vega Inclán y Enríquez (1789-1874) y
su esposa Inés Sotera de Palma y Fernández, porque el abuelo había sido destinado
a esta plaza con su regimiento de caballería después de haber participado en
varias batallas durante la Guerra de la Independencia. Llegaría a ser mariscal
de campo.
Bibliografía
-Vorágine, Santiago de la, La
leyenda dorada (trad. fray José Manuel Macías), Madrid, Alianza Forma, 1982
(2ª ed. 1997).
- Menéndez Robles, María Luisa, La
huella del marqués de la Vega Inclán en Sevilla, Sevilla, Arte Hispalense,
2008.
-Muñoz Nieto, Enrique, “Juan Simón
Gutiérrez, intérprete de la persuasión murillesca: sobre Santa Bárbara
del Museo del Greco”, Liño: Revista anual de historia del arte, Ediciones de la
Universidad de Oviedo, 2003, pp. 51-62.


